martes, 14 de octubre de 2014

Apostillas al refranero. Hipocresía

           
            La palabra española hipocresía procede de una forma latina tardía hypocresía, que el latín había tomado del griego también tardío hypokrisía (clásico hypókrisis). No os extrañéis de cosas como esta: las lenguas son entidades envidiosas, cotillas y cleptómanas: basta que una disponga de un vocablo del que otra carece, para que la carente, aunque sea hermana de la poseyente, se la apropie. Eso fue lo que sucedió entre el griego y el latín. Y casi lo mismo entre el latín y el español, con la única diferencia de que el español era lengua hija del latín, así que hacia 1438 se llevó la palabra de la nevera de la madre. Y la madre, claro, ¿qué iba a decir? Nada; simplemente sonrió. Desde entonces tenemos a la hipocresía asentada en nuestro país. Lo curioso es que el griego utilizaba el término para referirse a la representación que el actor hacía de su papel en el escenario (hypo = ‘máscara’ + krisía = ‘respuesta’). Antes de Esquilo, los papeles de la tragedia eran representados por un solo actor, quien, aparte de calzarse elevada plantilla llamada coturno para semejar más alto, cubría su cara con la máscara correspondiente a cada papel. El actor teatral recibía el nombre de hypokrité, ‘hipócrita’. Por extensión, el que en la vida real fingía y no se comportaba de modo natural pasó a denominarse también hipócrita. En 1664, Molière da a conocer su primera versión del Tartufo y desde entonces el término se especializa para aplicarlo a los que fingen la virtud que no poseen o aparentan la devoción que no sienten.

 
RECUERDA:

 Uñas de gato y hábitos de beato
Quien no sabe fingir no sabe vivir
Una en la boca y distinta en el corazón
La cruz en los pechos y el diablo en los hechos
Cuando la zorra predica no están seguros los pollos
Por las obras no por el vestido, es el hipócrita conocido
Del agua mansa me libre Dios, que de la brava me libro yo
Si te hace caricias quien no te las suele hacer, o te quiere engañar o de ti ha menester


Un pie en Judea y otro en Galilea

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