Uno de los aspectos más atrayentes
de El alcalde de Zalamea, de Pedro
Calderón de la Barca, es el enfrentamiento del general don Lope de Figueroa,
heroico personaje real, hombre autoritario, gotoso, malhumorado y jurador, con
Pedro Crespo, persona recta, labrador respetado, agudo, cachazudo y respondón.
El uno, defensor a ultranza del fuero militar; el otro, representante del
villano que se resiste a ser atropellado por quienes se consideran casta
superior, y que defiende la esencial igualdad de todos, pues “no hubiera un capitán, si no hubiera un labrador”. El primer enfrentamiento se da
casi al final de la jornada I, en que la actitud del militar es altanera y el
labrador responde en consonancia. En el segundo encuentro desaparece toda
acritud: el de Figueroa olvida la altanería y Crespo lo imita, moderando sus
respuestas: “Yo, señor, respondo siempre
/ en el tono y en la letra / que me hablan: ayer vos / así hablabais, y era
fuerza / que fueran del mismo tono / la pregunta y la respuesta. / Demás que yo
he tomado / por política discreta / jurar con aquel que jura, / rezar con aquel
que reza”. Las alegaciones del general son contestadas con respuestas tan
ágiles y razonables, que el militar ha de ceder. Isabel, la hija de Pedro, es
violada por el capitán Álvaro de Ataide. Poco después, Crespo es elegido
alcalde. Herido don Álvaro, es encarcelado por la justicia ordinaria. El
labrador-alcalde intenta reconducir la situación haciendo que don Álvaro se
case con su hija. Se lo pide con toda humildad: dejando simbólicamente a un
lado la vara de mando, hinca en tierra las rodillas, le ofrece su fortuna y se
ofrece a sí mismo, pero el capitán, desafiante, rechaza toda propuesta. Acude
don Lope a reclamar el preso y el nuevo enfrentamiento, memorable, acaba cuando
el propio rey zanja la cuestión aceptando el ajusticiamiento del capitán
transgresor.
RECUERDA:
A mal hablar, buena respuesta
La blanda respuesta la ira
quiebra
Compuesta, la palabra parece
dama
Con azúcar y miel, cagajones
saben bien
A Roma se va por todo, pero por
cojones no
Dando gracias por agravios,
negocian los hombres sabios
No hay comentarios:
Publicar un comentario