El escritor francés Edmond Rostand
estrenó en 1897 Cyrano de Bergerac
que hizo las delicias del público y que con el tiempo se transformaría en obra
universal. El protagonista es un gascón joven, valiente, pendenciero,
inteligente, original, afamado espadachín cuyo único defecto es la enorme
protuberancia nasal que lo precede en un cuarto de hora allá donde va. Tras
sonada pendencia en París, es requerido por su prima Roxana, de la que está
enamorado hasta las entretelas del alma, para que en adelante proteja al
guapísimo Christian por quien ella suspira desde antes de la aurora hasta
después del ocaso. Como el Apolo de
Roxana es incapaz de hacer la o con un canuto en lo que a expresiones amorosas
en dulces versos apasionados se refiere, el buen Cyrano, portento en semejantes
lides, ha de soplarle desde la sombra del jardín las ardientes palabras que
debe dirigir a la enamorada, asomada a su balcón. Es también él quien se las
arregla para que un capuchino case a los jóvenes en secreto. Celoso el conde
Guiche, encaprichado de Roxana, se venga haciendo que el recién casado haya de
partir de inmediato hacia Arras, ciudad cercada por las tropas españolas. Desde
allí, todos los días Cyrano escribe cartas enamoradas a su prima que ella cree de
su esposo, y atraviesa las líneas enemigas a fin de que puedan llegar a su
destino. Por la traición del conde, los españoles dan un golpe de mano en la zona
defendida por la compañía de Cyrano y Christian. Los cadetes van sucumbiendo en
el ataque. Christian muere y Cyrano es malherido. Roxana, fiel a la memoria de
su marido se retira a un convento. Durante quince años recibirá día a día la
visita puntual de su primo. Pero una tarde Cyrano no acude a la hora y todos se
extrañan. Al fin, con gran retraso, ya casi en la noche, acude tambaleante.
Roxana le pide lea la última carta de Christian. Cyrano la va recitando
dulcemente, aunque la oscuridad es total, puesto que la sabe de memoria. Roxana
lo advierte, y comprende que si se sentía atraída por el físico de Christian,
quienes realmente la enamoraban eran el ingenio, el talento y la sutileza de su
primo, que muere a causa de terrible descalabradura producida poco antes en
emboscada de sus enemigos.
RECUERDA:
La fortuna ayuda a los audaces
Viene ventura a quien la
procura
Unos lo siembran y otros lo
siegan
Ventura corre más que caballo
ni mula
Unos nacen con estrella y otros
estrellados
Unos tienen la fama y otros
cardan la lana
Unos crían las gallinas y otros
comen los pollos
Unos nacieron para moler y otros
para ser molidos
No hay comentarios:
Publicar un comentario