Hojeando
y ojeando el periódico el día 24 de diciembre, no sé por qué me sentí
irresistiblemente atraído por una noticia de las que yo considero truculentas y
que me producen sarpullidos, por lo que las suelo dejar de lado. Se hallaba en
las páginas dedicadas a la Comunidad de Madrid, concretamente en la 92. Os
aseguro que no sé qué fue lo que pudo atraer mi atención: el hecho es que a
pesar de todos los pesares me encontré leyéndola. Se hallaba en la sección TRIBUNALES y la
entradilla rezaba así: “El Supremo
ratifica los 65 años para el secuestrador del los hermanos del pozo”. El
cuerpo continuaba: “El Tribunal Supremo ha confirmado la sentencia de la
Audiencia Provincial de Madrid, de 16 de abril de 2014, que condenó a Juan José
Ramos a 65 años de prisión por dos delitos de tentativa de asesinato, uno de
violación y dos de detención ilegal. Las víctimas, dos hermanos rumanos que
entonces tenían 10 y 8 años”. Os aseguro que me quedé pasmado, boquiabierto,
turulato. El resto de la noticia refería con pelos, señales y detalles
sadomasoquistas el comportamiento vergonzosamente delictivo de Juan José Ramos,
quien ya había sido condenado y
encarcelado por violación en 1983. Cuando acabé de leer el texto me quedé tan alelado
que hasta sonreí por aquello de que la casualidad puede jugarnos muy malas
pasadas. Sin embargo, a medida que me rehacía del abobaliconamiento sentí el enfado
que debió experimentar Alejandro Magno el día en que se dirigió a uno de los
oficiales de su ejército, colombroño suyo, individuo de conducta deplorable, para
ordenarle el dilema de que o cambiaba de nombre o cambiaba de vida. Aunque, superado
el calentón, me he planteado que quizá sería agradablemente divertido llevar una
doble vida. Y que tal vez la lleve ya de hecho de un tiempo a esta parte, a juzgar
por el sueño que arrastro. Además, ¿alguno de vosotros ha seguido mis pasos, de
modo que pueda defender lo contrario? ¿Y quién se atrevería a defender a capa y
espada que nunca he estado en la cárcel? Por de pronto, ya os he hecho la trampa de no decir el segundo apellido de JJRamos.
Piel de oveja y
carne de lobo
Cara de beato y
uñas de gato
Por una parte unta
y por la otra punza
Delante hago acato,
y por detrás rey mato
El rosario al cuerpo
y el diablo en el cuerpo
Dicen que eres
bueno: mete la mano en tu seno
El gato de Marirramos
halaga con la cola y araña con las manos
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