domingo, 3 de agosto de 2014

Apostillas al refranero. Misoginia

 
           
            La tendencia misógina, es en España anterior incluso al influjo de Boccaccio, pues se advierte ya en el Libro de Buen Amor, y será una constante en la literatura española hasta nuestros días. El siglo XV ofrecerá muestras destacadas en El Arcipreste de Talavera o Corbacho, de Alfonso Martínez de Toledo y en La Celestina, de Fernando de Rojas. El Arcipreste de Talavera se propone alabar el amor de Dios y reprobar el amor mundano. Dividida la obra en cuatro partes, la primera trata de las desgracias físicas y materiales del amor del mundo. La tercera es un estudio de la naturaleza humana y de su disposición para el amor. En la cuarta, rechaza que los astros puedan condicionar el destino del ser humano ya que el hombre está compuesto de cuerpo y alma y, aunque los astros sí pueden influir sobre el cuerpo, no pueden hacerlo sobre el alma. La segunda parte se centra en “los vicios, tachas y malas condiciones de las malas y viciosas mujeres”, a las que pone a escurrir por su avaricia, codicia, murmuración, envidia, inconstancia, desobediencia, soberbia, doblez, vanagloria..., aunque tampoco los hombres salimos muy bien parados por calzonazos y consintientes. Esa misoginia no es solo literaria, se da en todos los órdenes de la vida y en todas las épocas. ¿De qué, si no, iban a surgir coplillas como, “mujer que al andar culea / y al mirar sus ojos mece, / yo no digo que lo sea, / pero sí que lo parece.” E inevitablemente en el refranero había de recogerse esa tendencia vital.
 
RECUERDA:
 
No puede ser guardar a una mujer
Hable mi vecina y tenga mi costal harina
El melón y la mujer malos son de conocer
No hay cosa más pesada que la mujer liviana
La mujer y el vidrio siempre están en peligro
La lengua de la mujer larga todo lo que quier
Al diablo y a la mujer nunca les falta quehacer
Mujer, viento, tiempo y fortuna, presto se mudan
No creas, marido, lo que vieres, sino lo que yo te dijere
El humo, la gotera y la mujer parlera echan al hombre de su casa
La mujer se queja, la mujer se duele, la mujer enferma cuando ella quiere
 
La mujer que buen pedo suelta no puede ser sino desenvuelta


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