sábado, 24 de enero de 2015

Apostillas al refranero. El que espera...

            Viajando de Nápoles a España con su hermano Rodrigo en la galera Sol, con cartas recomendatorias de don Juan de Austria y del duque de Sessa, para su nombramiento como capitán del Tercio, Miguel de Cervantes es hecho prisionero por los piratas y trasladado a Argel, cuando la galera es atacada por tres naves turcas y hubo de rendirse. Comienza su etapa de cinco años de cautiverio en el norte de África, donde penaban cerca de veinte mil cristianos esperando el momento de ser rescatados. Aunque él escribe que aprendió a tener paciencia en las adversidades en semejante lugar, la verdad es que intentó la fuga en varias ocasiones. Una de ellas la planeó de acuerdo con su hermano Rodrigo, rescatado ya por los padres trinitarios, que lo ayudaría desde España, acudiendo con una nave que había de esperarlo a él y a sus compañeros de fuga frente a las costas argelinas. El intento fracasó por la delación de otro español también cautivo, conocido como el Dorador, que trabajaba en el presidio como jardinero. En otra ocasión, el fracaso se debió a la conducta desleal del doctor Blanco de Paz, quien no se conformó con eso sino que intentaría posteriormente boicotear el rescate de Miguel. A pesar de ello, fray Juan Gil consiguió ponerlo en libertad en 1580 mediante el pago de quinientos escudos aportados en parte por los frailes trinitarios y en parte por los comerciantes españoles residentes en Argel, cuando Miguel estaba a punto de ser trasladado a Turquía.
 
RECUERDA:
 El que espera desespera
A mala cabeza, buenos pies
Hay más días que longaniza
Nada es grave a quien esperar sabe
Todo se andará, que la calle es larga
El que esperar sabe y puede alcanza lo que quiere
Siéntate a la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo
La paciencia y el sufrimiento son la madre de la honra y el padre del aumento
 
 Con el tiempo, todo se sabe y todo se olvida y todo se deshace


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