Viajando de Nápoles a España con su
hermano Rodrigo en la galera Sol, con cartas recomendatorias de don Juan de
Austria y del duque de Sessa, para su nombramiento como capitán del Tercio, Miguel de Cervantes es hecho prisionero
por los piratas y trasladado a Argel, cuando la galera es atacada por tres
naves turcas y hubo de rendirse. Comienza su etapa de cinco años de cautiverio
en el norte de África, donde penaban cerca de veinte mil cristianos esperando
el momento de ser rescatados. Aunque él escribe que aprendió a tener paciencia
en las adversidades en semejante lugar, la verdad es que intentó la fuga en
varias ocasiones. Una de ellas la planeó de acuerdo con su hermano Rodrigo,
rescatado ya por los padres trinitarios, que lo ayudaría desde España,
acudiendo con una nave que había de esperarlo a él y a sus compañeros de fuga frente
a las costas argelinas. El intento fracasó por la delación de otro español
también cautivo, conocido como el Dorador,
que trabajaba en el presidio como jardinero. En
otra ocasión, el fracaso se debió a la conducta desleal del doctor Blanco de
Paz, quien no se conformó con eso sino que intentaría posteriormente boicotear
el rescate de Miguel. A pesar de ello, fray Juan Gil consiguió ponerlo en
libertad en 1580 mediante el pago de quinientos escudos aportados en parte por
los frailes trinitarios y en parte por los comerciantes españoles residentes en
Argel, cuando Miguel estaba a punto de ser trasladado a Turquía.
RECUERDA:
A mala cabeza,
buenos pies
Hay más días que
longaniza
Nada es grave a
quien esperar sabe
Todo se andará,
que la calle es larga
El que esperar
sabe y puede alcanza lo que quiere
Siéntate a la puerta
de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo
La paciencia y
el sufrimiento son la madre de la honra y el padre del aumento
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