Advierten los antiguos sabios que
elaboraron el libro de los Proverbios
del peligro que encierra el amor con mujer extraña. El capítulo 7 alude al acto
de seducción de un muchacho joven. Refiere el autor que, hallándose en su
ventana observando entre rejas, ve a un grupo de muchachos ingenuos y distingue
a un insensato que avanza al caer el día, ya casi entrada la noche, hacia una
casa donde hay una mujer al acecho que le sale al paso con andares
provocativos. Es una mujer bullanguera y desenvuelta. Lo agarra, lo besa y
descaradamente le susurra: “Tenía que ofrecer un sacrificio y hoy he cumplido
mi promesa; por eso he salido en tu busca, ansiosa de verte y te he encontrado.
He puesto colchas en mi cama y sábanas de lino egipcio; he perfumado mi lecho
con sándalo, mirra y áloe. Ven, saciémonos de caricias hasta la mañana,
embriaguémonos de amores.” Con sus artes lo conquista y lo seduce con sus
labios lisonjeros. El ingenuo va tras ella como dócil corderillo y como
pajarillo cae en la trampa sin poder alzar el vuelo. Como era además casada, al
pobre inexperto le va a tocar padecer más que a los romanos en las Horcas Caudinas,
de ahí la conclusión: Los labios de la mujer perversa pueden destilar miel y su
paladar ser más suave que el aceite, pero su ternura acababa siendo más amarga que
el ajenjo y más peligrosa que arma de doble filo, de modo que es necesario no dejarse
seducir por su hermosura ni cautivar por sus miradas.
Tira más coño que
soga
Cerca anda el humo
tras la llama
Siempre va la soga
tras el caldero
Más tiran dos tetas
que diez carretas
Rostro lleva al
lecho, que no culo bien hecho
Rostro lleva al
lecho, que no pierna a concejo
Al hombre braga
de hierro, a la mujer de carne
Debajo de la manta,
tanto vale la negra como la blanca
Amor de puta y
vino de frasco, a la mañana dulce y a la tarde amargo
Ni de estiércol
buen olor, ni de mozo buen consejo, ni de puta buen amor
No hay comentarios:
Publicar un comentario