Entre 1599 y 1603, estrenó Lope de Vega una comedia
de enredo titulada Los embustes de
Celauro, en que, contra la opinión de su padre, Lupercio contrae matrimonio
con Fulgencia, una joven con la que tiene ya dos hijos. Como la pareja pasa por
graves apuros económicos, Lupercio miente a su padre negando la unión. Un amigo
de Lupercio, Celauro, está enamorado de Fulgencia, así que intenta separarla
del marido empleando todos los enredos habidos y por haber. Miente a su amigo y
le suplica vaya a visitar a la reja a Leonela, su propia hermana, a quien ha
involucrado para que lo ayude en sus designios. Cuando a regañadientes
Fulgencio acepta, avisa a Fulgencia para que acuda, disfrazada de varón, a la
reja y vea cómo su marido le es infiel. El azar quiere que las dos jóvenes se
reconozcan, queden amigas y que fracase la conjura. Aprovechando la amistad de
las mujeres, el traidor averigua detalles y secretos acerca de Fulgencia, que utilizará
para escribirle una carta comprometedora que procurará caiga en manos de
Lupercio para que se ponga celoso y rechace a su esposa. En efecto, la gresca
es monumental. Fulgencia huye a una aldea donde se refugia en la casa de
Gerardo. Tras una serie de incidentes, todo se aclara, y Celauro se ve obligado
a reconocer los yerros que ha cometido a causa de su loco amor y de su conducta
indigna de un caballero, así que, resignado, renuncia a Fulgencia, quien se
unirá de nuevo a su marido, y para que todo sea felicidad, Gerardo perdona a su
hijo y acoge en casa a toda la familia.
No es nada, que matan a mi marido
Quien cuenta algo añade de su cuenta
No era nada la del ojo y lo llevaba en la mano
De lo pintado a lo vivo hay cien leguas de camino
No se ha de exprimir tanto la naranja que amargue el jugo
No era nada la meada y calaba siete colchones y una frazada
Tan limpia es mi suegra que hasta con guante se limpia el culo
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