La
Clerecía es uno de los edificios más grandiosos de Salamanca. Su construcción
se debe a la rivalidad entre dos órdenes religiosas. Parece ser que cuando
Ignacio de Loyola vino a la ciudad para estudiar Teología, escandalizó con
alguna de sus ideas y propuestas a los dominicos, quienes lo denunciaron y el
navarro hubo de pasar veinte días en el calabozo, de modo que, saldada la
cuenta, tomó el portante y se marchó a París, ciudad en que sus ideas, por muy
novedosas que fueran, seguramente no le causarían tantos problemas como le
habían causado en Salamanca. No mucho tiempo
después sería la capital francesa quien vería el alumbramiento de la
Compañía de Jesús. Con el reconocimiento y expansión de la Compañía, los
jesuitas decidieron levantar un templo y un colegio en la ciudad que se había
atrevido a castigar a su fundador y capitán. Contaron con la inestimable ayuda
de doña Margarita de Austria, esposa de Felipe III quien les allanó las
dificultades al decidir una serie de expropiaciones en el centro de la ciudad.
Se encargaron las obras a Juan Gómez de Mora que las inició en 1617. El
proyecto se fue retrasando por su magnitud y por falta de dinero y las obras
serían continuadas por el padre Amatos que eleva la cúpula sobre la única nave,
y más tarde por García de Quiñones quien termina las torres y la fachada hacia
1754. Lo original de la fachada es la presencia a la vez de las dos torres y la
espadaña. Esta representa la venida del Espíritu Santo. Sobre ella, la Ascensión,
y a los lados, las figuras de Felipe III y Margarita de Austria. Tras el
terremoto de Lisboa, la cúpula hubo de ser cinchada y fue recubierta con plomo,
por eso en la lejanía parece metálica. Los retablos fueron añadidos
posteriormente. El retablo mayor, de Juan Fernández, enmarcado por columnas
salomónicas representa la venida del Espíritu Santo. En lo alto, san Ignacio
escribiendo los Ejercicios Espirituales, y a los lados, los cuatro
evangelistas.
Más vale abeja sola que mil moscas
Más vale un viejo que mozo y medio
Más vale agua del cielo que todo el riego
Más vale aprender viejo que morir necio
Más vale migaja de rey que merced de señor
Más vale al cuerdo la regla que al necio la renta
Más vale un testigo de vista que cuatro de oídos
Más vale palmo de juez que brazada de abogado
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