viernes, 26 de junio de 2015

Apostillas al refranero. Preferencias


            La Clerecía es uno de los edificios más grandiosos de Salamanca. Su construcción se debe a la rivalidad entre dos órdenes religiosas. Parece ser que cuando Ignacio de Loyola vino a la ciudad para estudiar Teología, escandalizó con alguna de sus ideas y propuestas a los dominicos, quienes lo denunciaron y el navarro hubo de pasar veinte días en el calabozo, de modo que, saldada la cuenta, tomó el portante y se marchó a París, ciudad en que sus ideas, por muy novedosas que fueran, seguramente no le causarían tantos problemas como le habían causado en Salamanca. No mucho tiempo  después sería la capital francesa quien vería el alumbramiento de la Compañía de Jesús. Con el reconocimiento y expansión de la Compañía, los jesuitas decidieron levantar un templo y un colegio en la ciudad que se había atrevido a castigar a su fundador y capitán. Contaron con la inestimable ayuda de doña Margarita de Austria, esposa de Felipe III quien les allanó las dificultades al decidir una serie de expropiaciones en el centro de la ciudad. Se encargaron las obras a Juan Gómez de Mora que las inició en 1617. El proyecto se fue retrasando por su magnitud y por falta de dinero y las obras serían continuadas por el padre Amatos que eleva la cúpula sobre la única nave, y más tarde por García de Quiñones quien termina las torres y la fachada hacia 1754. Lo original de la fachada es la presencia a la vez de las dos torres y la espadaña. Esta representa la venida del Espíritu Santo. Sobre ella, la Ascensión, y a los lados, las figuras de Felipe III y Margarita de Austria. Tras el terremoto de Lisboa, la cúpula hubo de ser cinchada y fue recubierta con plomo, por eso en la lejanía parece metálica. Los retablos fueron añadidos posteriormente. El retablo mayor, de Juan Fernández, enmarcado por columnas salomónicas representa la venida del Espíritu Santo. En lo alto, san Ignacio escribiendo los Ejercicios Espirituales, y a los lados, los cuatro evangelistas.

 
RECUERDA:

 
Más vale abeja sola que mil moscas
Más vale un viejo que mozo y medio
Más vale agua del cielo que todo el riego
Más vale aprender viejo que morir necio
Más vale migaja de rey que merced de señor
Más vale al cuerdo la regla que al necio la renta
Más vale un testigo de vista que cuatro de oídos
Más vale palmo de juez que brazada de abogado

 No creas nada de lo que oyes y solo la mitad de lo que ves

 

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