martes, 6 de octubre de 2015

Apostillas al refranero. Nunca digas...


                Hay coincidencias en la vida que provocan tanta sorpresa por lo insólitas que lo dejan a uno admirado, absorto, embobado, boquiabierto y patidifuso como ocurre con la formulación de ciertos refranes. Cuando hace tres años me operaron de un cáncer bien cuidado, me sucedieron en la clínica anécdotas que si las contara, quien no me conozca pudiera pensar que han existido solo en mi imaginación. Una de ellas tuvo lugar a la entrada misma del quirófano: Cuando los camilleros acudieron a mi habitación, me acompañaban mi mujer, mis dos hijas y una cuñada. Eran dos muchachos extraordinarios, desinhibidos y simpáticos que para quitar rejo a la situación utilizaron el tópico-típico recurso de que me iban a vestir con una bata verde que era transparente y que iba a dar un espectáculo. Nosotros seguimos la broma. En el ascensor ya solo dejaron que mi mujer y mi cuñada me acompañaran, en medio de una algarabía que terminó al llegar a la zona de quirófanos, donde solo me introdujo ya un camillero. A la vista de la mesa de operaciones, se acercó a mi cama una enfermera y me preguntó de dónde era. “Zamorano”, respondí. Me habló entonces de un pueblecito precioso en la confluencia del Tormes con el Duero, de donde era una muy amiga suya que vivía ahora en Valencia y refirió en qué trabajaba. Respondí que conocía el lugar, que era realmente hermoso, que había vivido allí e inquirí si la persona a que se refería se llamaba… y dije su nombre. Se echó para atrás sorprendida, me miró con extrañeza y preguntó: “¿Cómo lo sabe?” “Porque es la mejor amiga que mi mujer tuvo de soltera”, respondí. En fin, que el mundo es un pañuelo y nunca digas de esta agua no beberé.

 
RECUERDA:

 
Si mala es la hembra, peor es la sed
Clérigo viajero, ni mísero ni misero
Si quieres ser papa, póntelo en la testa
Si te dijeren dos que eres un asno, rebuzna
Si quieres saber quién eres, pregúntalo a tu vecino
Soñaba el ciego que veía y soñaba lo que ver quería
¡Qué bien dijo aquel que dijo cuando dijo lo que dijo!
Guárdenos Dios de etcétera de escribano y de quid pro quo de boticario
Sí, por cierto, el caballo del rey cagó a mi puerta y en mi portal la jaca de la reina

 Digo y redigo que la breva no es higo ni el cagajón membrillo

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