lunes, 4 de abril de 2016

Apostillas al refranero. El hombre y el nombre


            Escribo esta apostilla el 4 de abril de 2016 y la publico interrumpiendo una serie que había comenzado sobre la Hoya de Huesca y el Somontano oscense, para dar confirmación a una más de las sorpresas que me ha deparado la vida con mi nombre. Hace aproximadamente un año refería cómo en el periódico me había encontrado a un Juan José Ramos que, acusado de pederastia y juzgado, había sido enviado a prisión. Refería también en otra apostilla relativamente reciente la sorpresa de encontrarme a las puertas del quirófano, cuando iba a ser operado de un cáncer de colon, con una enfermera a quien no había visto en mi vida que me preguntó de dónde era y, tirando del hilo de la madeja llegamos a la conclusión de que teníamos como elemento común de amistad a una conocida suya que había sido la mejor amiga que mi mujer tuvo cuando aún era soltera. Y creo que en otra conté también que conocí a Juan José Ramos el día en que yo, Juan José Ramos, me despedía de unos amigos profesores a quienes había ido a visitar y que tenían la visita de mi homónimo, de lo que no se dieron cuenta hasta que nos despedíamos. Pues bien, las casualidades no acababan allí, porque el 23 de febrero de este mismo año me encontré en las páginas necrológicas de ABC con la esquela de Juan José Ramos, fallecido el 21 de febrero de 2016 a los cincuenta y cuatro años de edad (¡quién los pillara!), cuya misa corpore insepulto se celebraría la tarde del mismo 23, martes, en la parroquia de San Miguel Arcángel de Bellreguard (Valencia). En fin, que el mundo es un pañuelo y yo no gano ni para sorpresas ni para sustos. ¡Tendré que ir pensando en cambiar de nombre!

RECUERDA:

Más vale el hombre que el nombre
La mala llaga, sana; la mala fama, mata
Padre viejo y manga rota no son deshonra
Mayor honra se debe al que más edad tiene
Tanto vale un hombre cuanto vale su nombre
Mira adónde vas, pero no olvides de dónde vienes
La honra y el vidrio no tienen más que un golpecillo
El vidrio y la honra del hombre no tienen más que un golpe
La buena fama es como el ciprés: si se quiebra, no reverdece después

 Mal va quien mala fama cobra

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