lunes, 24 de octubre de 2016

Apostillas al refranero. Debates con vino


            En distintas literaturas a lo largo de los tiempos se han difundido escritos tanto en verso como en prosa en que se ofrecían discusiones entre dos poetas o entre dos individuos, dentro de la composición de un mismo autor. Se difundieron en la literatura latina en su época, en el mundo árabe, en las naciones cristianas de Europa sobre todo en la época del desarrollo de la Escolástica, y de manera especial en la lírica provenzal en géneros como la recuesta, la tensó o partiment. También en la Edad Media española encontramos el género de disputas, que debían agradar sobremanera a las gentes cultas. Se hacían disputas acerca de los temas más diversos: las excelencias del verano o el invierno, las de la juventud o la vejez, de las tres religiones (judía, cristiana o mahometana). Eran debates en que alguien ensalzaba una postura y desacreditaba o infamaba la otra, mientras que el oponente actuaba de modo contrario, con toda clase de argumentos, desde los más elevados a los más chocarreros. Tomaremos algunos poemas: Disputa del alma y el cuerpo es un poema escrito a finales del siglo XII o inicios del XIII, inspirado en un modelo francés, en que el cuerpo y el alma de un difunto se echan la culpa de los pecados cometidos; Razón de amor, y Denuestos del agua y el vino son poemitas muy relacionados entre sí. El primero nos ofrece un personaje masculino que es poeta a la hora de la siesta en un huerto ameno lleno de árboles y flores, cerca de una fuente. Descubre a una doncella que ha preparado una copa de agua y otra de vino, y que tiene a la sombra para ofrecerlos a su amante. Entablan un diálogo amoroso con mutuas quejas. Parte la joven y una paloma derrama el agua sobre el vino y comienzan los reproches entre el agua y el vino. En la disputa de Elena y María, poema incompleto, dos hermanas hidalgas, enamoradas respectivamente de un caballero y de un clérigo, disputan acerca de cuál de los amores es mejor.

 
RECUERDA:

 Vino de Toro, sangre de cabrito
El vino de Amiés ni lo vendas ni lo des
El vino bueno no ha menester pregonero
A la bota darle el beso después del queso
¡Que Dios me lleve a España!, y estaba en Cazalla
Quien tras el caldo no bebe no sabe lo que se pierde
Sopa en vino no emborracha, pero arrima a la pared
El vino de Sanmartino, encerrado en Ávila es más fino
Si en beodo te vieres ir, deja la compañía y vete a dormir
En verano por calor y en invierno por frío, nunca falte tiento al vino

 Más vale vino maldito que agua bendita

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