El ensalmo era un rezo, un recitado. Por
extensión, pasó la palabra a designar cualquier práctica supersticiosa de
curar, utilizando oraciones acompañadas de remedios empíricos, e incluso toda
práctica de brujería o de hechicería cuyo fin fuera curar algún mal. Cuando Celestina,
requerida por Calisto, acude a la casa de Melibea para interceder
por el joven, la muchacha rechaza de plano que la alcahueta le hable de él, y
muestra su enfado, motejándolo de loco, saltaparedes, fantasma de noche, entre
otras lindezas. Inmediatamente la vieja recurre a su astucia y comunica a su
interlocutora que si de él le ha hablado ha sido porque Melibea conoce
una oración a santa Apolonia, abogada de los males dentales, y posee un
cordón que ha tocado todas las reliquias existentes de la santa, con lo que
podrán poner fin al terrible dolor de muelas que aqueja al caballero. Y son ese
ensalmo y ese cordón el caballo de Troya con que la alcahueta abrirá las
puertas del corazón de la jovencita. Ensalmo famoso por lo muy recurrido
fue también el llamado emplasto de santa Inés, cuyos ingredientes eran
los que se indican y el modo de usarlo debía realizarse, según los individuos y
las circunstancias, del modo siguiente: Veneno de ciempiés, tronco de col y
bola de caracol, polvo de boñigo y leche de higo, abracadabra y mamella de
cabra; el justo y la santa se junten con él en la garganta, la loca se lo dé en
la boca, la putilla en la mejilla y el pícaro y el ladrón en un compañón, si
fuere consentido, en el más caído. Contra los gafes, remedios clásicos había
un montón. He aquí alguno: El cuerno de coral; hacer la cuerna con las dos
manos dirigidas hacia el suelo; escupir tres veces en la tierra; pelar un diente
de ajo; pisar inintencionadamente un excremento; tocarse los hombres los dídimos;
beber jugo de diente de león, que es una hierba de la familia de las
compuestas, con hojas radicales, lampiñas, de lóbulos lanceolados y
triangulares y jugo lechoso.
RECUERDA:
No hay peor cuña que la de la misma madera
No ames a quien amó ni sirvas a quien sirvió
No hay peor astilla que la de la misma madera
No hay mejor remiendo que el del mismo paño
Lo que te dijere el espejo no te lo dirán en concejo
Nunca pidas a quien tiene, sino a quien sabes que te quiere
Mejor es tener al bajo por amigo que al grande por enemigo
No hay comentarios:
Publicar un comentario