viernes, 28 de abril de 2017

Apostillas al refranero. Invasión


         En el XL Semanal de 23 de abril de 2017, Arturo Pérez Reverte ofrece una Patente de corso antológica titulada El día que nos invadieron los ingleses que constituye un desopilante retozo irónico cuya lectura recomiendo. Un supuesto soldado británico escribe días después de que los gurkas desembarcaran, como sin duda sabes, en el Peñón, hecho que sucedió con motivo del brexit, una carta a Daisy, su novia. Recuerda el soldado con emoción la despedida que a las tropas dedicó la población civil con patrióticos cantos y ondear de banderas, cual si de nueva partida hacia las Malvinas se tratara. Al alba y con el viento de Levante partió la flota para defender… (aunque eso a mí me huele más bien a Perejil). Por contraste, los expedicionarios se van enterando de la falta de unidad de los políticos españoles ante lo que se les viene encima y, en nueva versión de si son perros o podencos, compiten entre ellos pariendo trivialidades: unos se niegan a tomar las armas porque (aseguran) la guerra es un acto fascista; otros consideran que atacar a los británicos sería un acto de violencia de género, ya que entre sus soldados hay mujeres; y, amén de los que van por libre, los indecisos condicionan su apoyo al Gobierno a la dimisión de la ministra de Defensa. Arribada la flota a la bahía de Algeciras, les sale al encuentro una fragata española de segunda mano oxidada y remendada con pegamento, cuyo capitán solicita reiteradamente permiso para atacar al enemigo, orden que jamás le llega, de modo que los invasores desembarcan sin oposición en una playa aledaña donde los recibe la legión de turistas ingleses ahítos de sherry que veranean en la Roca y que ondean sus banderas al viento y les ofrecen taquitos de jamón y queso. Al fin, las tropas de su Majestad la Reina encuentran una pareja de la Guardia Civil a la que informan de que vienen en plan invasivo. Cuenta el soldado a la novia que el cabo de la pareja, con mucha sorna y tranquilidad, responde al requerimiento: “Pues tú mismo, compadre”, al tiempo que le ofrece un botellín de cerveza que, asegura el soldado, “era cojonuda”.

RECUERDA:

El que espera desespera
Nunca llueve a gusto de todos
Quien ama el peligro perece en él
Si quieres el huevo, sufre la gallina
La respuesta mansa la ira quebranta
No hay ruin que no se tenga por bueno
El que quiera peces que se moje el culo
No hay manjar que no empalague ni vicio que no enfade

 Hablar sin pensar es tirar sin apuntar

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