viernes, 1 de agosto de 2014

Apostillas al refranero. Profeminista

           
            Las posiciones del refranero con respecto a la mujer me recuerdan mucho, salvadas las distancias sobre todo en lo que a intenciones se refiere, a las que nacieron en Italia en el Trecento (siglo XIV) y se extendieron a todas las literaturas occidentales europeas. Del escritor del primer renacimiento italiano Giovanni Boccaccio  arrancan dos corrientes literarias opuestas una filofeminista y otra misógina. La profeminista nació como una reacción al tratamiento que Boccaccio da a las mujeres en el Decamerón o en el Corbaccio. Es una corriente idealista que refuta la posición del italiano y ensalza a la fémina por ser el motor que empuja al hombre a perfeccionarse y a acometer actos elevados, dignos de honra. En nuestras letras, incluiríamos en este grupo Triunfo de las donas, de Juan Rodríguez del Padrón, Defensa de las virtuosas mujeres, de mosén Diego Valera, o el Libro de las virtuosas y claras mujeres, de don Álvaro de Luna; y dos tipos de novela: la novela sentimental, cuya cima es Cárcel de amor, de Diego de San Pedro, y la novela de caballerías, con el Amadís de Gaula a la cabeza. También en el refranero se advierte doble corriente: la ensalzadora y la degradadora.

 
RECUERDA:


La mujer menudita, siempre pollita
Harto es hermosa la que es virtuosa
La mujer aguda con el marido se escuda
La mujer buena de la casa vacía hace llena
La mujer buena, plata es que mucho suena
La mujer aliñada antes que se viste hace la cama
La mujer que no huele a nada, la mejor perfumada

 
La mujer buena, corona es de su marido; y el marido honrado, de la mujer es dechado

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