miércoles, 27 de agosto de 2014

Apostillas al refranero. Disfrazarrefranes

            Este calenturiento mes de agosto augusto y lento que me he pasado en las playas madrileñas haciendo ejercicios espirituales y practicando la regla de compañía me ha permitido, además de contar los dulces granos de la arena amarga, acudir a alguna sala de urgencia hospitalaria y aposentar mi antifonario en los sillones de las consultas de especialistas, analistas y centros de diagnóstico ecográfico, porque un riñón no de mi suegra, sino de mi señora doña está tan bien educado que se negó en redondo a tirar una piedra, más que piedra peñasco del tamaño de Sierra Morena vista desde Jaén. Y como las esperas y antesalas de semejantes lugares son un tantico aburridas, uno lleva consigo literatura ligera para aliviar el tedio y tranquilizar los nervios; así que dediqueme a ojear, hojear e interpretar, entiéndase leer, Las mil peores poesías de la lengua castellana, un libro desopilante, antídoto de penas y malhumor, del alcoyano Jorge Llopis, por el que conocí que no es exclusiva mía la pasión por disfrazar refranes, cosa que me llenó de satisfacción y me liberó del complejo de rareza o raridad que me corroía, aunque haya adquirido a cambio la convicción de que con tal manía no dejo de ser un pedante de chicha y nabo, que es como define él a los disfrazarrefranes. ¡Qué le vamos a hacer! Ved, ved algunos de los disfraces que él ha preparado. ¡Gracias, don Jorge!
 
RECUERDA:
 
Las exequias con candeal son tolerables
A borrasca en las Azores, rostro jocundo
Obséquiame con hogazas y motéjame de estulto
En el transcurso de una centuria, todos alopécicos
No existe adversidad que por sinecura no se trueque
Jamás te introduzcas en fibra homologada de once toesas
El rumiante siempre siente la atracción de la Carpetovetónica
Quien a ubérrima conífera se adosa óptima umbría lo entolda
 
Los duelos con pan son menos
A mal tiempo, buena cara
Dame pan y llámame tonto
Al cabo de cien años, todos calvos
No hay mal que por bien no venga
No te metas en camisa de once varas
La cabra siempre tira al monte
Quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija


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