viernes, 19 de septiembre de 2014

Apostillas al refranero. Cobardía

            Popularmente se halla bastante extendido el estigma de que Sancho Panza es cobarde. Rechazo esa mala fama porque la considero totalmente equivocada, así que voy a romper una lanza por el fiel escudero. La afrenta se debe en primer lugar a la actitud de don Quijote de la Mancha quien, para exaltar su valentía de caballero esforzado, procura contrastarla siempre que puede con la indiferencia de Sancho hacia las heroicidades, indiferencia que el caballero considera melindres; y en segundo lugar se debe a que Cervantes no juega limpio con el escudero, pues en las poesías encomiásticas del prólogo de El ingenioso hidalgo publica una décima con versos de cabo roto, supuestamente escrita por cierto poeta entreverado, que ha servido para colocarle la acusación de pusilanimidad: Soy Sancho Panza, escude- / del manchego don Quijo-; / puse pies en polvoro-, / por vivir a lo discre-, / que el tácito Villadie- / toda su razón de esta- / cifró en una retira-, / según cuenta Celesti-, / libro, en mi opinión, divi-, / si encubriera más lo huma-./ Pues no. Sancho es un destripaterrones, un pegujalero cuyos conocimientos se basan en la experiencia más inmediata. Además es analfabeto: carece de conocimientos teóricos. Ante hechos concretos que entren en el campo de su experiencia, nunca se asusta. Sí lo hace ante aquello que excede esos límites: encamisados, batanes, disciplinantes... El propio don Quijote, cuando no siente la necesidad de proclamar su propio valor, reconoce el de su escudero, y llega a pensar armarlo caballero, al verlo pelear en la posada con tanto arrojo, para defender la albarda del rucio, contra el barbero del yelmo de Mambrino. Sancho es un hombre pacífico, enemigo de pendencias sin sentido; por eso se niega a pelear contra el muy narizotas escudero del Caballero de los Espejos (que sabe, es su convecino Tomé Cecial), después de haber compartido cena y jarro la noche anterior. Y cuando Tomé se emperra, Sancho lo mantiene a raya. Y en eso de defender su integridad llega en El ingenioso caballero incluso a levantar la mano contra su amo para impedir que lo azote a fin de desencantar a Dulcinea. ¡De cobarde, ni un adarme!
 
RECUERDA:
 Tomar las de Villadiego
Lengua larga, manos cortas
Por temor no pierdas honor
Sal a la puerta y llámala puta tuerta
Del dicho al hecho hay mucho trecho
No es lo mismo decir ‘moros vienen’ que verlos venir
No es lo mismo torear que ver los toros desde la talanquera
 
A falta de corazón, buenas las piernas son


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