Una de las consejas con que el dios Amor ilustra al arcipreste de Hita es la de los dos individuos que pugnaban por casar con una hermosa y espabilada mujer. El uno era cojo, contrahecho y ronco; el otro, sucio y tuerto del ojo derecho. Conocidas sus intenciones, la joven, por embromarlos, les dijo que elegiría a aquel de los dos que demostrara ser más perezoso. Inmediatamente se adelantó el cojo y expuso hechos por los que se consideraba ya ganador: Cierto día bajaba por una escalera y le entró tal pereza de avanzar el pie hasta el escalón siguiente que no lo hizo, cayó escaleras abajo y quedó tan lisiado como podía apreciarse. Otro día de cálido verano pasaba a nado un río. Con el terrible bochorno, le entró tal pereza que no quiso ni girar la cabeza para beber un poco de agua, con lo que le sobrevino la ronquera que lo aquejaba. Habiendo callado el cojo, repuso el tuerto que sin duda el premio sería para él, pues iba a demostrar ser aún más perezoso: En primavera, allá por el mes de abril, se prendó de una bella joven. Estando requebrándola le vino a la nariz un muy vil descendimiento, y fue tal su pereza que en lugar de limpiárselo lo dejó fluir, así que perdió a la amada. Otra vez, se hallaba acostado en la cama tumbado boca arriba y se puso a llover a raudales. Había en el techo una gotera por la que caían gruesas gotas de modo constante justo sobre su ojo derecho. Le dolía cada vez más, mas era tal su pereza que no se movía, así que el constante y recio caer le vació el ojo, dejándoselo huero. La mujer, sopesados los hechos y las circunstancias, consideró que en pereza quedaban parejos y en imbecilidad también, así que debían buscar mujer capaz de aceptar semejantes joyas.
Presunción y agua bendita cada uno toma la que necesita
RECUERDA:
Quien se alaba se desalaba
A ciento de renta, mil de vanidad
Aún no ensillamos y ya cabalgamos
Haz buena harina y no toques la bocina
De hacienda un doblón y mil de presunción
Todos los cojos son amigos de correr y saltar
Dime de qué presumes y te diré de qué careces
No somos y ya pringamos, ¡qué será cuando seamos!
Aún no ha salido del cascarón y ya tiene presunción
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