lunes, 27 de octubre de 2014

Apostillas al refranero. Capricho

            Juan de Tassis Peralta, conde de Villamediana, nació en Lisboa en 1582,  durante el reinado de Felipe II, en la época en que los dos países estuvieron unidos bajo la misma Corona (reinados de Felipe II, III, IV y Carlos II, hasta la celebración del Tratado de Lisboa, en 1668). Don Juan fue un excelente poeta, frecuentador en Madrid de tertulias literarias en que conoció e hizo amistad con figuras como Lope de Vega, los hermanos Argensola, Antonio Mira de Amescua y Luis de Góngora, maestro al que trató de emular sobre todo con sus sonetos. Debió ser un punto filipino de mucho cuidado. Casado con Ana de Mendoza, llevó una vida galante llena de aventuras, algunas de carácter tabernario; enemistado con personajes de la Corte, les dedicó epigramas tan jocosa y dolorosamente punzantes que provocaron su destierro a Nápoles, hecho al que también contribuyeron sus excesos de jugador empedernido; enamorado hasta los tuétanos de Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV, sus amores pretendidos o reales lo transformaron en personaje de leyenda. Dos anécdotas, de autenticidad muy discutida, han dado la vuelta al mundo. En una corrida celebrada en la Plaza Mayor de Madrid, el conde alanceó un toro cuya muerte había brindado a la reina con gran pericia. Cerca del rey, alguien comentó que don Luis picaba muy bien, a lo que el monarca, notoriamente molesto quizá por las habladurías y con doble intención, repuso que picaba muy bien, pero que picaba muy alto. La segunda acaeció en Aranjuez durante la representación de La gloria de Niquea, escrita por el conde. En una dependencia se produce un incendio y, para salvar a la reina, don Juan la toma en brazos y se la lleva. Lo más curioso es que días después, hallándose en compañía de don Luis de Haro, el conde murió asesinado a la puerta de su casa.
 
RECUERDA:
 
Tras la miel está la hiel
Si culo veo, culo quiero
Sarna con gusto no pica
Nada hay tan bueno como lo ajeno
Mucho más se desea lo que se veda
Carga que con gusto se lleva no pesa
Hay ojos que se enamoran de lagañas
Sarna con gusto no pica, pero a veces mortifica
 
 Lo que en una edad apetece, en otra aborrece


No hay comentarios:

Publicar un comentario