lunes, 25 de mayo de 2015

Apostillas al refranero. Ruindad


            Contaba fray Luis de León 32 años, cuando, tras contraste entre aspirantes, se le encargó de la primera cátedra que regentó en la Universidad de Salamanca. Entre las órdenes religiosas que habitualmente proveían de aspirantes existían rivalidades y celillos por ocupar los puestos más destacados e importantes y se producían enfrentamientos a causa de los distintos puntos de vista respecto a asuntos teológicos y a las diferentes posturas personales acerca de problemas universitarios. Una de las órdenes con mayor prestigio y más raigambre en Salamanca era la de los padres dominicos. Que de pronto un agustino como fray Luis fuera preferido para ocupar una cátedra encendió las alarmas en la orden hasta entonces preeminente. Como el temperamento de fray Luis era extraordinariamente apasionado, poco dispuesto al silencio y a la transigencia cuando consideraba que algo era arbitrario, equivocado o injusto, surgió una abierta enemistad con los dominicos que acabaría en el proceso inquisitorial en que se le acusaba de defender el texto hebreo del Antiguo Testamento y preferirlo a las ediciones latinas de la Vulgata, y lo acusaba también de haber traducido directamente al castellano los textos bíblicos del Cantar de los Cantares, pese a las prohibiciones del Concilio de Trento. Durante cinco años pasó un calvario  en cárceles de la Inquisición, aunque no se arrugó lo más mínimo y salió siempre airoso. El padre León de Castro fue uno de sus más rigurosos acusadores, y el también dominico fray Vicente Hernández llegó a afirmar que no encontraba diferencia de su versión castellana del Cantar de los Cantares y las poesías eróticas de Ovidio. A lo que fray Luis contestó que no debía conocer el latín, pues su traducción decía exactamente lo mismo que el texto latino y hasta entonces no se había sorprendido de lo que el texto de la Vulgata decía.

 
RECUERDA:

 
Al hierro el orín, y la envidia al ruin
Al envidioso se le afila el gusto y le crece el ojo
Si la envidia fuera tiña, ¡cuántos tiñosos habría!
La gallina de mi vecina más huevos pone que la mía
No puede gozar lo suyo pleno quien suspira por lo ajeno

 En España tiene don hasta el algodón

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