domingo, 27 de diciembre de 2015

Apostillas al refranero. De cenas e indigestiones


            Entrar en el Mercado Central de Valencia supone una excitación constante de los sentidos. La luz entra a raudales de la cúpula majestuosa y de una serie de rosetones, inundando de claridad meridiana el recinto. Entrando por la puerta que mira a la Lonja, los puestos se alternan sin un orden definido, de modo que en los mostradores encontramos al lado de un puesto de verduras una bollería que muestra apetitosas tortas de pasas y nueces. Solamente los pescados y mariscos poseen un espacio independiente, el más cercano a la iglesia de los santos Juanes. Si la luz lo llena todo, el color estalla en rica gama que va de la albura del puerro, al arrebol de pimiento rojo; del verde claro de los cogollos de lechuga al oliváceo de las aceitunas majadas de los encurtidos; del bermejo cárdeno del jamón al rosa carne doncella de las pechugas de pollo. La pituitaria es atraída por una serie de sensaciones, efluvios y fragancias: En la zona de pescadería y marisquería huele a mar, a pescado recién llegado. En el resto, la combinación de aromas provoca un constante husmeo de la nariz ante la variedad de fragancias: quesos Manchego, de Grazalema, del Tronchón, de Cabrales, de Biescas, de La Nucía, de Cantó, del Casar, de Cebreiro, del Roncal, de Burgos, de Valdeón; jamones de Huelva, de los Pedroches o de Guijuelo, de la Dehesa, de Jabugo, de Trevélez. Huele a campo abierto, a tomillo, a romero, a orégano, a albahaca, a espliego. Sufre el sentido del gusto, porque la vista y el olfato le transmiten sensaciones que le provocan constante insalivación, porque, como su despertar es virtual, solo en promesa, la saliva afluye a las glándulas en gran abundancia y se ve uno obligado a tragar constantemente, así que, aprovechando el sugestivo aspecto que ofrece una tartaleta en un expositor, la compro y la paladeo y me relamo para acabar con la rebelión gástrica.

 RECUERDA:

 La buena cena de beber comienza
Más mató la cena que sanó Avicena
Por mucha cena no hay noche buena
Caracoles en cestos resultan indigestos
Aceituna, una, y si es buena, una docena
Una aceituna es oro, dos plata, tres matan
De grandes cenas están las sepulturas llenas
Si quieres enfermar, cena mucho y vete a acostar
Puerco viejo y vino nuevo, cristianillo al cementerio
Cenas, soles y magdalenas tienen las sepulturas llenas
Si a tu marido quieres matar, dale carnero asado a cenar

 Quien mucho traga, mucho caga

lunes, 21 de diciembre de 2015

Apostillas al refranero. Abonos, siembras y nueces


            A veces, cuando en las largas temporadas que por razones familiares me veo obligado a pasar en Madrid, no dispongo de la información que necesito, así que recurro a un primo de mi mujer, excelente amigo, que me la brinda de primera calidad aunque haya de pasar, como don Quijote, las noches de claro en claro. Y esta apostilla es una de esas circunstancias. Gracias, Ángel. Me preguntaba yo por qué si la infusión de hojas de nogal era tan buena para el tratamiento de los sabañones; por qué si se empleaba con tantísimo éxito como astringente; por qué si la nuez es tan loada en el Antiguo Testamento, ya que “quita y corrige el aliento hediondo, clarifica la vista, conforta el estómago y digiere el manjar; expele las ventosidades y aprovecha a las máculas del rostro”; por qué, insisto, nuestros mayores aconsejaban permanecer el menor tiempo posible bajo un nogal y no quedarse jamás dormido a su sombra. Ya Plinio advertía que su sombra es “densa y causa dolor de cabeza en el hombre y daño en cualquier otra planta de su vecindad”. Parece ser que, en efecto, las hojas y la corteza exterior que recubre la nuez hasta que madura contienen gran cantidad de taninos y pueden afectar a las personas, provocándoles dolores de cabeza, malestar gástrico e incluso vómitos. En cuanto a su fama de enemigo de otras especies arbóreas, se ha comprobado que, en efecto, produce unas sustancias denominadas juglonas que almacena esencialmente en las raíces y que utiliza para anular el crecimiento de otros vegetales. Teniendo en cuenta las dificultades que lo rodean en su nacimiento y desarrollo y las que padece para multiplicarse, que tarda además veinte años en dar fruto en plenitud, no es extraño que los pobrecitos se defiendan. La nuez, en cambio, reduce el LDL, el colesterol malo, el riesgo de infarto y de angina de pecho, aumenta la elasticidad arterial, rebaja la hipertensión, mejora la artritis, los dolores reumáticos… Suma y sigue.

RECUERDA:

 A falta de reja, culo de oveja
Año de nueces venga mil veces
Siembra en polvo y tendrás cogolmo
Siembra con llovido y escarda con frío
Siembra quien habla y recoge quien calla
Siembra trigo en barrial y pon la viña en cascajar
Siembra temprano: si te engañas un año, acertarás cuatro
La tierra negra el pan lleva, que la blanca, por las paredes anda

 Dijo el ajo: ‘Siémbrame en febrero, aunque me metas en un agujero’

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Apostillas al refranero. Emprendedores


          Una de las épocas en que la ciudad de Valencia acomete gran cantidad de reformas urbanas se inició hacia 1840 patrocinadas y favorecidas por don José Campo. Llegado a la condición de alcalde cuando solo contaba 28 años, centró su joven energía en modernizar la ciudad y en procurar que los avances del progreso industrial, tecnológico y financiero se pusieran al servicio de la urbe. Se empedraron las calles, se hizo desaparecer los callejones, mediante un trazado racional de los edificios. Se creó la primera línea regular de barcos de vapor que enlazaba Valencia, Tarragona y Barcelona en 1836; en 1844, se iluminó con farolas de gas la zona de la Glorieta; se creó una Caja de Ahorros con carácter asistencial, y en 1846 se funda la Sociedad Valenciana de Crédito y Comercio. Poco antes se había trazado el primer tramo de la línea de ferrocarril Valencia-Grao. Más tarde se dará comienzo a las obras del puerto. Por aquel entonces se inicia la instalación del suministro de agua potable, gracias a la contribución del canónigo Mariano Liñán, quien consignó en su testamento una parte de sus bienes a la Sociedad Valenciana para la Conducción de Aguas Potables. En 1850, en la Plaza del Negrito, se inauguró la primera fuente pública de la ciudad. Don José Campo es conocido entre los valencianos como el Marqués de Campo y tiene una calle dedicada a su nombre en la zona de Extramuros, muy cerca de la plaza de Jesús, por detrás de la clínica Virgen del Consuelo, más que calle, callecita; y pienso que no hace honor a tan alto prócer.

 
RECUERDA:

 
Quien trabaja tiene alhaja
Para las ocasiones son los doblones
Sea milagro y hágalo no importa qué santo
El cuerdo nunca está satisfecho de lo hecho
Si el sol me alumbra, no he menester la luna
Si no es en esta barqueta, será en la que se fleta
Lo que has de hacer hoy no lo dejes para mañana
La nave que ha buen viento arriba pronto a puerto

 La campana no va a misa, pero avisa

viernes, 11 de diciembre de 2015

Apostillas al refranero. Honra a los tuyos


            En el año 1953 cambiaron los planes de estudios de Bachillerato español. Se estableció un Bachillerato Elemental de cuatro años, tras el que se obtenía  el título si se aprobaba la reválida correspondiente; y el Bachillerato Superior, de dos años y, claro está, la reválida. Para acceder a la Universidad era necesario cursar el  ‘preu’. Las opciones eran: seguir enseñanza oficial en un instituto de enseñanza media, en una capital de provincia, asistiendo como alumno oficial a las clases que en sus aulas se impartían; seguir la enseñanza colegiada en centros que estuvieran autorizados y que se hallaban adscritos a los institutos, aunque eran totalmente autónomos; y cabía una tercera opción, seguir la enseñanza libre, es decir, el alumno se preparaba por su cuenta y riesgo e iba a rendir cuentas al instituto en unos exámenes que solían celebrarse en mayo y junio. Era la opción de quienes no residían en la ciudad y carecían de medios económicos suficientes para costearse un colegio o vivir en una pensión. Hice el ingreso en el año 1954. Mis padres vivían en un pueblecito a sesenta y dos kilómetros de la capital, así que, llegada la época de exámenes, a eso de las siete y media de la mañana tomábamos el coche correo, conocido también como coche de punto para hacer el trayecto en el que tardábamos alrededor de dos horas y media, pues en esos días los vehículos iban atestados de examinandos y acompañantes que residirían unos días en alguna pensión o en la casa de algún familiar. Yo tenía la suerte de tener varios hermanos de mi madre, que nos cedían encantados una habitación y se ponían a nuestra disposición hasta en lo más nimio, como el acompañarte y el calmarte cuando a la vista del instituto, el corazón parecía que se te iba a escapar del pecho. ¡Cómo lo he recordado después en mi vida y cuánto lo he agradecido!

 
RECUERDA:

 El hermano, para el día malo
Por donde vayas, de los tuyos hayas
Quien tiene madre, muérasele tarde
La riña de hermanos es agua de manos
Con mal o con bien, a los tuyos te atén
El que a los suyos se parece honra merece
Quien tiene madre en la putería no es huérfano
Quien mal quiere a los suyos no querrá bien a ninguno

 Parientes y trastos viejos, pocos y lejos

lunes, 7 de diciembre de 2015

Apostillas al refranero. Valencia y la seda


            En la Guerra de Sucesión a comienzos del siglo XVIII, el Reino de Valencia abrazó la causa del archiduque Carlos de Austria. Tras la derrota de Almansa el 25 de abril de 1707, Felipe V decretó la abolición de los Fueros de Valencia. Acabada la contienda, el auge de la industria de la seda supone una mejora en las condiciones de vida de la población, gracias a un gradual y constante crecimiento económico. A medida que el siglo avanza se fue incrementando el número de telares y, como es lógico, creció también el de obreros dedicados a esa actividad. Se considera que en 1786 el número de telares es superior a tres mil quinientos y el de trabajadores del ramo asciende a seis mil quinientos. A finales de siglo, Valencia contaba con más de cinco mil telares. Ello supuso la plantación masiva de moreras que se extendieron por caminos y acequias. Denominaciones como el Camí de les Moreres no son de extrañar. En gran medida, el artífice de tan espectacular y tan rápido crecimiento de la industria fue Joaquín Manuel Fos, quien, nombrado inspector general de la industria sedera del Reino de Valencia, se disfrazó de obrero de la seda, se trasladó a Francia y en la ciudad de Lyon aprendió las nuevas técnicas del tratamiento que a su regreso enseñó en los talleres valencianos. Lo curioso es que por aquella época el sistema de regadío empleado en la huerta valenciana gozaba de tan gran prestigio entre los expertos europeos que muchos de ellos acudían a estudiar su funcionamiento para aplicarlo en sus países.

 
RECUERDA:

 
A quien madruga, Dios lo ayuda
Madruga y verás, busca y hallarás
Tardío anochecedor, mal madrugador
Madruga: verás y vivirás; trabaja y tendrás
Quien primero se levanta, primero se calza
El salir de la posada es lo peor de la jornada
El que se levanta tarde ni oye misa ni come carne
Si quieres tener buena fama, no te dé el sol en la cama

 Lo que no se empieza nunca se acaba

jueves, 26 de noviembre de 2015

Apostillas al refranero.Ilustres


            Si el siglo XVI, consecuencia de la Contrarreforma, acrecienta en Valencia la creación de nuevos conventos, tendencia que conocerá su apoteosis en el XVII, y acentúa el clima de espiritualidad, no es de extrañar el alto número de santos valencianos de este siglo que sube a los altares: Tomás de Villanueva, Francisco de Borja, Luis Bertrán, Juan de Ribera, Pascual Bailón, a los que habría que añadir los beatos Gaspar Bono y Nicolás Factor. En el siglo XVII, la ciudad tenía alrededor de 70 conventos, incluidos los creados extramuros. No obstante, a finales de siglo surge una serie de pensadores que participan en tertulias, bibliotecas y academias, que rompen con el inmovilismo de la Universidad y crean un clima preilustrado, como Juan de Cabriada, considerado el iniciador de la renovación científica española; el grabador Crisóstomo Martínez, uno de los iniciadores de la investigación microscópica; el jesuita, astrónomo y matemático José Zaragoza; el erudito trinitario Joseph Rodríguez, autor de la primera Biblioteca Valentina; el organista de la catedral Juan Bautista Cabanilles; el topógrafo, matemático filósofo padre Tomás Vicente Tosca… Pero es ya en el siglo XVIII cuando un crecido número de figuras valencianas colaboró bien desde su propia tierra bien desde Madrid en iniciativas ilustradas: el paleontólogo Juan Bautista Bru de Ramón; el geógrafo Antonio José Cavanilles que llegó a ser catedrático y director del Jardín Botánico madrileño; el marino Gabriel Ciscar, propulsor de la introducción del sistema métrico decimal; Jorge Juan Santacilia, marino, a cuyo celo se debe el Observatorio Astronómico de Madrid; Gregorio Mayans, humanista erudito autor de una reforma educativa en el reinado de Carlos III; el impresor Benito Monfort; el historiador Juan Bautista Muñoz; el catedrático de hebreo, erudito y canónigo Francisco Pérez Bayer o el médico y filósofo Andrés Piquer, impulsor de la física como ciencia independiente.
 

RECUERDA:
 

El uso hace al maestro
El uso es maestro de todo
La práctica hace al maestro
Canas y armas ganan batallas
Sufre por saber y trabaja por tener
Cada uno sabe dónde le aprieta el zapato
Tanto vale el que no sabe como el que no ve
Todo pierde sirviendo a no ser el hombre, que gana en extremo
El que primero es cocinero y despúés fraile, lo que pasa en la cocina bien lo sabe
¿Primero monaguillo y después abad? Bien sabe lo que hacen los mozos tras el altar

 Mucha ciencia es locura si el buen seso no la cura

jueves, 19 de noviembre de 2015

Apostillas al refranero. Flatos, holgorios y comistorios

            No se tienen demasiados conocimientos acerca de la alimentación de los primitivos habitantes de la península Ibérica. Parece que las tribus de la meseta comían habitualmente una pasta de bellotas machacadas y trigo, unas veces cocido, otras tostado y otras frito. Para beber, amén del agua de manantiales, arroyos y ríos, tomaban una especie de cerveza de cereales y un hidromiel elaborado con licores de frutas y hierbas. El vino era artículo de lujo y solo se generalizó con la expansión del cristianismo. Los romanos introdujeron el uso del ajo y del aceite que sustituyó las grasas animales, haciendo la cocina más sana y ligera. Los árabes aportaron frutas, azafrán y la caña de azúcar, lo que permitió endulzar de modo más eficaz que con la miel, edulcorante por excelencia en épocas más remotas. Luego entrarían las especias y la cebolla, ¡oh gran señora, digna de veneración!, a la que se habían aficionado, parece ser, los cruzados en Palestina y que arramblarían con ella para acá. Con el descubrimiento de América nos llegaría toda una serie de productos que revolucionarían la cocina y acabarían con el hambre endémica que padecía Europa: la patata, el pimiento, el tomate, el cacao… Como los cubiertos no se utilizaban, se empleaban las manos, de ahí que en los claustros de los monasterios hubiera fuentes junto al refectorio para que los monjes, los novicios y el resto de los habitantes pudieran lavarse antes y después de comer. Alfonso X estableció que los ayos de los príncipes les enseñaran a ser limpios en el comer, que no les permitieran tomar bocado con los dedos de la mano, sino con los cubiertos y que los obligasen a lavarse tras la comida y a enjugarse las manos en las toallas y paños y no en los vestidos como hacían algunas gentes que no sabían ni de limpieza ni de cortesía ni de apostura.

 
RECUERDA:

 Al flato, con el plato
Comer verdura es cordura
Pan a hartura; vino a mesura
Pan caliente cuela fácilmente
No hay buena olla con hambre sola
No hay holgorio si no hay comistorio
La comida reposada, y la cena paseada
Comida sin siesta, campana sin badajo
No aprovecha lo comido, sino lo digerido

 La mejor hora de comer: para el rico cuando quiere; para el pobre cuando tiene

Apostillas al refranero. Rajabroqueles y trabucaires


            Nunca he podido soportar la petulancia, incluida toda la gama, desde la jactancia como más cargada de orgullo, hasta la gazmoñería, más afectada de modestia. Inclúyanse, pues, la inmodestia, la vanidad, la pedantería, la soberbia, la vanagloria, el atrevimiento, la majeza, la afectación, la chulería o la arrogancia. Aunque sin duda la que más me repugna es la fanfarronería propia del bravucón perdonavidas, del valentón arrebatapuñadas, del matasiete rompesquinas, del tragahombres de espátula y gregüesco cervantino, y del soldado fanfarrón del comediógrafo Macio Plauto puesto en ridículo en el Miles gloriosus y transformado en el hazmerreír de todos los bravucones de pico, carentes de obra. En esa comedia, el soldado Pyrgopolinices, cuyo sobrenombre significa vencedor de torres y ciudades, cacareador incesante de sus supuestas hazañas y heroicidades, tras alejar a una muchacha de un joven ateniense enamorado de ella, la abandona después de llenarla de regalos, engañado por el criado del joven y engatusado por una mujer casada, cuyo marido, celoso, lo apalea sin miramiento alguno, dejándolo baldado por badulaque.

 
RECUERDA:

 
Sacó la brasa con la mano del gato
Todos somos iguales, pajaricos y pardales
Presumir y no valer es ramo de poco saber
Presumir mucho y valer poco, tema de loco
Sacó del agujero la culebra con mano ajena
Robles, palmeras y pinos, todos somos pinos
A la noche, chirimoche; a la mañana, chirinada
Con ayuda de mi vecino mató mi padre un gorrino
El gallo de Morón cacareando y sin pluma se quedó
Quien mata un león en ausencia, teme un topo en presencia

 Los valientes y el buen vino se acaban pronto

viernes, 13 de noviembre de 2015

Apostillas al refranero. La olla de la viuda


            La viuda solitaria era para los hebreos un caso típico de desgracia, pues se hallaba doblemente desasistida: a no ser que contrajera nuevo matrimonio, había perdido la esperanza de fecundidad, y por otra parte se encontraba indefensa ante la necesidad. Por eso, como los extranjeros y los huérfanos, debían ser especial objeto de protección ante la ley, y el propio Dios escuchaba su lamentación y se erigía en su baluarte y su defensa. ¡Ay de los que abusasen de su debilidad! En el Antiguo Testamento destacan dos figuras de viuda. Rut no era realmente israelita, sino moabita, pero se había casado con un hebreo, hijo de Elimélek y Noemí. Al morir su marido demostró una lealtad filial e inquebrantable a la suegra: “Donde tú vayas, iré yo; donde tú habites habitaré yo. Tu pueblo será mi pueblo; tu Dios será mi Dios”. Y, en el regreso a Belén, empujada por Noemí, encontró nuevo marido en Booz, matrimonio por el que llegó a ser bisabuela del rey David. Judit, en cambio, era de la más profunda raigambre judía. Mujer de extraordinaria belleza, había quedado muy pronto viuda de Manasés. El esposo le había dejado extraordinarias riquezas en ganados, campos y siervos; sin embargo en su viudez, llevaba una vida de privación y ayuno, hasta el momento en que al servicio de los habitantes de la ciudad de Betulia, asediados por las tropas de Holofernes, cautivó al caudillo asirio, lo decapitó y exhibió su cabeza para dar moral a los suyos contra el ejército enemigo. La supuesta debilidad natural de la mujer triunfa con medios muy humildes sobre la grandeza de la soberbia.

 
RECUERDA:

 Viuda lozana, o casada o sepultada
Viuda que no duerme casarse quiere
De viuda tres veces casada no te fíes nada
La olla de la viuda, chiquita y recalentadita
Mientras la viuda llora, otros cantan la boda
Pulgas tiene la viuda y no tiene quien las sacuda
La viuda que se arrebola, seguro que no duerme sola

 La viuda honrada, la puerta cerrada

 

viernes, 6 de noviembre de 2015

Apostillas al refranero. Perfidia


            Fue Viriato un pastor lusitano que, cuando el pretor romano Galba se dedicó allá por el año 150 antes de Cristo a saquear todo lo que encontró de exprimible en los bienes de los lusitanos, a perseguirlos y a asesinarlos, puso pies en polvorosa y se convirtió en caudillo de la resistencia contra los expoliadores transalpinos. Cercado por Cayo Vetilio, disuadió a los suyos del propósito de capitular, ordenó que se dispersaran en grupos pequeños y, con los más aguerridos rompió el cerco, arrastró tras sí a los romanos de los que fingió huir para esperarlos emboscado cerca de Ronda, donde les infligió una derrota que costó la vida al propio Cayo. Esto lo hacía dueño por algún tiempo de la Hispania Ulteriror, mas, decidido a proseguir la lucha, pasó a la Hispania Citerior donde, tras derrotar nuevamente a los soldados de Roma, se hizo fuerte en zonas carpetanas cercanas al Tajo y el Guadarrama, e incluso tomó Segóbriga. El cónsul Fabio Máximo Emiliano lo derrotó en campo abierto y hubo de retirarse hacia el sur. No obstante, aprovechando que las legiones romanas se hallaban ocupadas tratando de someter a los numantinos, atacó la Lusitania, donde derrotó en el año 140 al cónsul Serviliano, con quien firmó un acuerdo aceptado por Roma, por el que Viriato era reconocido como caudillo del pueblo lusitano, a cambio de que depusiera las armas. Un nuevo cónsul, Cepión, decidió acabar con toda amenaza de resistencia. Tratando Viriato de buscar un nuevo acuerdo, pues tantos años de lucha habían debilitado a sus guerrilleros, envió a negociar a tres de sus jefes, cuyos nombres silenciaré, aunque los conozco desde muy niño, por viles e infames, que se dejaron sobornar, y al regreso asesinaron a Viriato. Cuando acudieron a cobrar lo estipulado, ‘Roma no paga a traidores’, fue la respuesta que  encontraron.

 RECUERDA:

 Quien más tiene más puede
El dinero hace lo malo bueno
El dinero hace al necio caballero
No hay cerradura si es de oro la ganzúa
Para que anden los carros hay que untarlos
Más ablanda dinero que promesa de caballero
El martillo de plata rompe las puertas de hierro
Trae la bolsa abierta y de ella saldrá la sentencia
Mal anda el tiempo, cuando lo que se puede alcanzar por Justicia se alcanza por dinero

 El que compra y miente en su bolsa lo siente

sábado, 31 de octubre de 2015

Apostillas al refranero. Libre como el viento


            En 1877, don José María de Pereda, el más significativo escritor del costumbrismo montañés y uno de los novelistas más importantes del Realismo español, publicó El buey suelto, su primera novela extensa en la que responde a la tesis que sobre el matrimonio ofrece el escritor francés Honoré de Balzac en Les petites misères de la vie conjugale. El protagonista de El buey suelto es Gedeón un joven adocenado, egoísta y ruin por el que van pasando los años hasta transformarlo en un solterón cuyas relaciones sociales se limitan a otros tres solterones, conocidos por las gentes como Anás, avaro, Caifás, celoso, y Herodes, atildado. La cuarta pata de la mesa sería Gedeón, conocido como Pilato. Razona este que el matrimonio es un presidio para el hombre, ya que lo esclaviza y lo infama. Niega la paz del hogar para el casado, niega el amor conyugal y niega la necesidad de los hijos. Aduce que el matrimonio desestabiliza, enerva y empequeñece al varón, así que, para evitar los mezquinos y opresores lazos familiares, decide intentar ser libre como el pájaro y el viento. Para ello, toma un ama de llaves, la señora Braulia, y una sirvienta, Solita. Encaminadas de ese modo las cosas, cree Gedeón tener cuanto necesita: quien le administre los bienes y quien le sirva y aderece el ordinario sustento, de modo que, como el buey, empezará a lamerse en su libertad. Y sin embargo…, nada le sale como deseaba, así que no serán de extrañar estas palabras salidas de su boca: “¡Y dicen que el buey suelto bien se lame! ¡Lo que se lame son las ronchas y las palizas que le cuesta su libertad! […] ¡Otro gallo me cantara si yo me hubiera casado a tiempo!”

 
RECUERDA:

 El buey suelto bien se lame
Quien puede ser libre no se cautive
Más vale soltero andar que mal casar
Mejor ser cabeza de ratón que cola de león
Más vale ser buena enamorada que mal casada
Más vale ser amo de cabaña que mozo de campaña
Más vale viña heredada que mujer con dote y galas
Teniendo lengua y qué comer irá el hombre por doquier
Quien por el mundo quiere andar salvo, ha de tener: ojos de halcón y orejas de asno; cara de simio y boca de puerco;  espaldas de camello y piernas de ciervo

 Mientras en mi casa me estoy, rey me soy

sábado, 24 de octubre de 2015

Apostillas al refranero. Desatinos, impertinencias y estímulos


            En El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes introdujo una serie de relatos episódicos a los que se conoce como novelas incidentales, entendida la novela a la manera italiana, como una narración breve. Unas se enlazan estrechamente en el argumento de la obra, como sucede con la historia de Dorotea, Cardenio y Luscinda; otras apenas tienen que ver con la trama central, como la de Marcela y Grisóstomo; alguna refiere episodios reales de la vida del autor, como la Historia del cautivo, y una hay que no tiene nada que ver con El Quijote, El curioso impertinente. Es esta, una novela psicológica que abarca los capítulos XXXIII-XXXV, leída por el cura a cuantos se hallan en la venta en que sirve Maritormes, excepto a don Quijote que primero duerme, y pelea después denodadamente y sin tregua contra un gigante cuya sangre correrá a raudales escapada de ciertos cueros de vino. Según la novelita, en la ciudad de Florencia viven dos caballeros, Anselmo y Lotario, conocidos cono ‘los dos amigos’. Anselmo contrae matrimonio con Camila. Pasados los fastos de la boda, Lotario reduce al mínimo su presencia en casa del amigo, pero Anselmo le recrimina su actitud y le insta a venir a su casa como cuando estaba soltero. Pasa el tiempo y un buen día, el casado manifiesta a Lotario que desea probar la fidelidad de Camila y quiere que sea él, Lotario, quien la ponga a prueba cortejándola. A pesar de todos los razonamientos, a pesar de las negativas, a pesar de todos los pesares, se ve constreñido a dar satisfacción a Anselmo, quien se ausenta de la ciudad. Una y otra vez Lotario refiere la fidelidad de Camila, pero don erre que erre lo obliga a insistir, hasta que tanto va el cántaro a la fuente… ¿Imagináis cómo acaba todo por un capricho tonto? Pues eso.

 
RECUERDA:

 
La ocasión hace al ladrón
La ocasión la pintan calva
Puerta abierta, al santo tienta
La ocasión, asirla por el pezón
Sobre un huevo pone la gallina
Ánimo a las gachas, que son de arrope
La letra con la sangre entra y la labor con dolor
No por mucho madrugar amanece más temprano

 A lo más oscuro amanece Dios
Cuando el sol sale, sale para todos

domingo, 18 de octubre de 2015

Apostillas al refranero. Mieles y hogazas


            Una vez delimitadas en la ciudad de Valencia las zonas correspondientes a cada una de las tres etnias y religiones, los cristianos se organizaron en parroquias cuyos templos aglutinaron en sus cercanías la población de los barrios. Extramuros, se levantó una serie de conventos alrededor de los que también se crearon nuevas zonas pobladas, de modo que para proteger los que habían surgido fuera del perímetro de las murallas existentes, fue necesario elevar nuevos muros en el siglo XIV, hecho que triplicaría el espacio hasta entonces intramuros. Pedro el Ceremonioso creó la Fábrica de Murs i Valls que se encargaría de construir y también conservar el alcantarillado, las acequias, los puentes y pretiles y las cruces de término. Las murallas musulmanas no se derribaron, pero fueron abiertos portales para facilitar la comunicación intramuros de las diferentes zonas. La cerca del nuevo perímetro defensivo tenía cuatro puertas (Mar, San Vicente, Quart y los Serranos) y ocho portillos. Fue el siglo XIV una época en que se ponen las bases para el florecimiento y esplendor que se alcanzarán en el XV. Se construye el puente de los Serranos y el de la Trinidad, se incrementa la actividad comercial, sobre todo la exportación tanto de productos autóctonos como del resto de España. La actividad mercantil crece incesantemente y en 1383 se emite la primera letra de cambio en la península Ibérica.

 
RECUERDA:

 La hogaza no embaraza
El que menos corre, vuela
A las obras, con las sobras
Piedra de iglesia oro gotea
Los duelos con pan son menos
Por mucho pan, nunca es mal año
Huerta con palomar, paraíso terrenal
Quien tiene mucha miel, de ella come en el pan
A la moza bermeja por el pico le entra, que no por la oreja

 Échame pan y llámame tonto

martes, 13 de octubre de 2015

Apostillas al refranero. Audacia


            A pesar de la resistencia ofrecida por los musulmanes valencianos, a pesar de las ayudas que recibieron, cinco meses de asedio bastaron para que la ciudad capitulara y las tropas comandadas por Jaime I, cuyos reales se habían establecido en El Puig, entraran en la ciudad el 9 de octubre de 1238. No en vano el papa Gregorio IX había otorgado carácter de cruzada a la lucha por la liberación de la ciudad, así que se habían sumado a la empresa caballeros no solo de la Corona de Aragón (aragoneses, catalanes, provenzales), sino de distintos países europeos, a los que se unieron también diversas órdenes militares (Temple, Alcántara, Hospitalarios de Jerusalén). El rey Jaime juró los Fueros y las costumbres de la ciudad, lo cual suponía reconocer el Reino de Valencia como reino soberano integrado en la Corona de Aragón, con autonomía para crear leyes, emitir moneda, establecer medidas propias, etc. Además los sucesores del rey Jaime habían de convocar Cortes al comienzo de cada reinado para jurar los Fueros.  Se establecieron también zonas étnico-religiosas en Valencia: los musulmanes que decidieron permanecer en ella fueron relegados a la morería, aproximadamente por donde hoy en día se extiende el barrio del Carmen, en tanto los judíos fueron situados en la judería donde hoy se encuentra el Parterre y el Palacio de Justicia, en tanto los cristianos se organizaron en torno a parroquias, la primera de las cuales fue la de San Juan del Hospital. Cosa curiosa es que se incorporaron a los usos de la comunidad costumbres musulmanas que habían funcionado bien y se consideraron beneficiosas, como el Tribunal de las Aguas, las normas de utilización de la red de acequias, el Mostassaf, juez que controlaba la utilización de pesas y medidas del mercado y vigilaba los precios.

 
RECUERDA:

 
Acometer hace vencer
La primera vale por dos
Quien no arrisca no aprisca
La audacia ayuda a la Fortuna
Mira adelante y no caerás atrás
El que da primero da dos veces
Quien no se arriesga, nada gana
Quien no se aventura no pasa la mar
Trabajando con candil se hacen hijos mil

 Hombre atrevido dura como vaso de vidrio

miércoles, 7 de octubre de 2015

Apostillas al refranero. Prosperidad


            Enseñoreada Valencia por los musulmanes el 718, existen dos momentos sobresalientes en su historia mora. El primero, en el siglo IX, tiene como protagonista al príncipe Abd-Allah, apodado Al Balancí, el Valenciano, quien mandó construir el palacio y los jardines de Ruzafa, uno de los nombres que los musulmanes dan al Paraíso, al Edén, con el que se designó el magnífico vergel de placer y descanso construido al lado de uno de los brazos del río Turia. El segundo llega en el siglo XI, con un nieto de Almanzor, Abd-al Aziz, personaje con quien la ciudad se constituyó en epicentro de las artes y las ciencias, época en que se levantó la desaparecida muralla mora con una cerca de más de dos metros y cuarto de anchura media, almenada, y defendida por torres cuadradas. Siete puertas se abrían a lo largo del perímetro. Se calcula que la población de la ciudad llegó en esta época a los quince mil habitantes. El núcleo, la medina,  contaba con un alcázar, una mezquita mayor, barrio comercial, matadero, tribunal de justicia y baños públicos. En los arrabales, fuera del recinto amurallado, disponían también de un zoco, mezquita y baños. Fue un periodo de riqueza en que se crearon nuevos sistemas de riego que hicieron incrementar notablemente la producción agrícola, se desarrolló el comercio y se avanzó mucho en el estudio de la botánica, la medicina, la geografía, la historia y las artes, y se alcanzaron altas cotas de refinamiento.

 
RECUERDA:

 
Quien más tiene más quiere
Tuyo o ajeno, nunca te falte dinero
Por eso el oro es caro, porque es raro
Se va el bien al bien y las abejas a la miel
El oro y la miel donde están parecen bien
Dineros, amores y locura mal se disimulan
Un asno cargado de oro sube ligero a una montaña
Dichosa la casa que no tiene más que uno que gasta

 Guárdate de puta, que la bolsa deja enjuta