miércoles, 31 de diciembre de 2014

Apostillas al refranero. Hurones y conejos

            Muerta Trotaconventos, el arcipreste de Hita se halla desvalido en cuestiones amorosas, así que ha de echar mano de lo primero que encuentra, porque acaba ya febrero, empieza marzo, época casi primaveral en que han de iniciarse los requilorios y escarceos amorosos. ¿Y qué es lo que halla? Encuentra a Hurón, criado indiscreto. Detengámonos un momento en el nombre del nuevo mandadero, porque cuando Juan Ruiz pone un nombre no es al azar, lo elige para que coincida con la psicología que debe ofrecer el personaje. ¿Qué es un hurón? Un pequeño mamífero carnicero de cuerpo muy flexible y prolongado, de cabeza pequeña, dotado de glándulas anales que despiden olor nauseabundo y que se emplea en la caza de conejos, a los que acosa en la madriguera encarnizadamente. Lo que sucede es que el nuevo Hurón quizá además del olor, del acoso, ahora a las conejas, tenía catorce defectos. Era mentiroso, ladrón, beodo, chismoso, tahúr, peleador, goloso, pendenciero, reñidor, zahorí, asqueroso, agorero, imbécil y perezoso. De todos modos, como el arcipreste estaba urgido, se aplicó una conseja que no es precisamente la que os voy a decir, pero la digo porque la entenderéis perfectamente y lo mismo que la de Juan Ruiz habla de burro y cuesta: ‘Pa las cuestas arriba quiero mi burro, que las cuestas abajo yo bien las subo’, así que lo envió a cobrar presa, en realidad él dice a buscar funda, para una nueva coyunda, y le confió unos versos que debía leerle en intimidad. Pero Hurón los iba declamando a voz en grito por en medio del mercado, con lo que la conejita se retrajo..., y lo demás se adivina.
 
RECUERDA:
 
 Quien mucho habla mucho yerra
En boca cerrada no entran moscas
Habla poco, escucha asaz y no errarás
Mucho sabe quien no sabe si callar sabe
Una aguja para la bolsa y dos para la boca
No hables sin ser preguntado y serás estimado
No hay mejor palabra que la que está por decir
Nada hay tan escondido que no llegue a saberse
Nunca más bien me hallé que cuando menos hablé
Boca cerrada y ojo abierto no hicieron jamás desconcierto
 
 ¿Me guardarás un secreto, amigo? Mejor si no te lo digo


domingo, 28 de diciembre de 2014

Apostillas al refranero: Ovejas y lobos


             Hojeando y ojeando el periódico el día 24 de diciembre, no sé por qué me sentí irresistiblemente atraído por una noticia de las que yo considero truculentas y que me producen sarpullidos, por lo que las suelo dejar de lado. Se hallaba en las páginas dedicadas a la Comunidad de Madrid, concretamente en la 92. Os aseguro que no sé qué fue lo que pudo atraer mi atención: el hecho es que a pesar de todos los pesares me encontré leyéndola. Se hallaba en la sección TRIBUNALES y la entradilla rezaba así: “El Supremo ratifica los 65 años para el secuestrador del los hermanos del pozo”. El cuerpo continuaba: “El Tribunal Supremo ha confirmado la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid, de 16 de abril de 2014, que condenó a Juan José Ramos a 65 años de prisión por dos delitos de tentativa de asesinato, uno de violación y dos de detención ilegal. Las víctimas, dos hermanos rumanos que entonces tenían 10 y 8 años”. Os aseguro que me quedé pasmado, boquiabierto, turulato. El resto de la noticia refería con pelos, señales y detalles sadomasoquistas el comportamiento vergonzosamente delictivo de Juan José Ramos, quien ya había sido condenado  y encarcelado por violación en 1983. Cuando acabé de leer el texto me quedé tan alelado que hasta sonreí por aquello de que la casualidad puede jugarnos muy malas pasadas. Sin embargo, a medida que me rehacía del abobaliconamiento sentí el enfado que debió experimentar Alejandro Magno el día en que se dirigió a uno de los oficiales de su ejército, colombroño suyo, individuo de conducta deplorable, para ordenarle el dilema de que o cambiaba de nombre o cambiaba de vida. Aunque, superado el calentón, me he planteado que quizá sería agradablemente divertido llevar una doble vida. Y que tal vez la lleve ya de hecho de un tiempo a esta parte, a juzgar por el sueño que arrastro. Además, ¿alguno de vosotros ha seguido mis pasos, de modo que pueda defender lo contrario? ¿Y quién se atrevería a defender a capa y espada que nunca he estado en la cárcel? Por de pronto, ya os he hecho la trampa de no decir el segundo apellido de JJRamos.

 
RECUERDA:

 Guárdate del agua mansa
Piel de oveja y carne de lobo
Cara de beato y uñas de gato
Por una parte unta y por la otra punza
Delante hago acato, y por detrás rey mato
El rosario al cuerpo y el diablo en el cuerpo
Dicen que eres bueno: mete la mano en tu seno
El gato de Marirramos halaga con la cola y araña con las manos
 

 En el mejor vino hay heces

sábado, 27 de diciembre de 2014

Apostillas al refranero. Estrellas y estrellados

            El escritor francés Edmond Rostand estrenó en 1897 Cyrano de Bergerac que hizo las delicias del público y que con el tiempo se transformaría en obra universal. El protagonista es un gascón joven, valiente, pendenciero, inteligente, original, afamado espadachín cuyo único defecto es la enorme protuberancia nasal que lo precede en un cuarto de hora allá donde va. Tras sonada pendencia en París, es requerido por su prima Roxana, de la que está enamorado hasta las entretelas del alma, para que en adelante proteja al guapísimo Christian por quien ella suspira desde antes de la aurora hasta después del ocaso. Como el  Apolo de Roxana es incapaz de hacer la o con un canuto en lo que a expresiones amorosas en dulces versos apasionados se refiere, el buen Cyrano, portento en semejantes lides, ha de soplarle desde la sombra del jardín las ardientes palabras que debe dirigir a la enamorada, asomada a su balcón. Es también él quien se las arregla para que un capuchino case a los jóvenes en secreto. Celoso el conde Guiche, encaprichado de Roxana, se venga haciendo que el recién casado haya de partir de inmediato hacia Arras, ciudad cercada por las tropas españolas. Desde allí, todos los días Cyrano escribe cartas enamoradas a su prima que ella cree de su esposo, y atraviesa las líneas enemigas a fin de que puedan llegar a su destino. Por la traición del conde, los españoles dan un golpe de mano en la zona defendida por la compañía de Cyrano y Christian. Los cadetes van sucumbiendo en el ataque. Christian muere y Cyrano es malherido. Roxana, fiel a la memoria de su marido se retira a un convento. Durante quince años recibirá día a día la visita puntual de su primo. Pero una tarde Cyrano no acude a la hora y todos se extrañan. Al fin, con gran retraso, ya casi en la noche, acude tambaleante. Roxana le pide lea la última carta de Christian. Cyrano la va recitando dulcemente, aunque la oscuridad es total, puesto que la sabe de memoria. Roxana lo advierte, y comprende que si se sentía atraída por el físico de Christian, quienes realmente la enamoraban eran el ingenio, el talento y la sutileza de su primo, que muere a causa de terrible descalabradura producida poco antes en emboscada de sus enemigos.
 
RECUERDA:

La fortuna ayuda a los audaces
Viene ventura a quien la procura
Unos lo siembran y otros lo siegan
Ventura corre más que caballo ni mula
Unos nacen con estrella y otros estrellados
Unos tienen la fama y otros cardan la lana
Unos crían las gallinas y otros comen los pollos
Unos nacieron para moler y otros para ser molidos
 
 Quien tiene mala suerte, ni en la vida ni en la muerte


miércoles, 24 de diciembre de 2014

Apostillas al refranero. Regalos

            La madre abrió el cañizo de la cerca del prado y los chiquillos entraron correteando como potrillos en la verde alfombra que se extendía, fresca y suave, a sus pies. Sentada en la cerca de piedra, aspiraba con fruición el humo del cigarrillo que acababa de encender, mientras pensaba, abstraída, en el contraste de aquel silencio solo roto por los agudos chillidos y las risas de los niños con el bullicioso ajetreo y el desagradable ronquido del tráfico que habría a aquella hora cualquier día de la semana a la puerta del colegio en la ciudad. El leve contacto de una manita en su rodilla la sacó de sus cavilaciones. Frente a ella, sus retoños le ofrecían margaritas que habían florecido, a pesar de que el calendario estaba a punto de entrar ya en noviembre. Halagada, trazó amplia sonrisa y se inclinó para recoger las flores y besar sonoramente a los chiquillos en las mejillas. Sabía muy bien que en el regalo se le ofrecía toda la admiración, la devoción y el cariño de los niños que era ya de por sí todo un jardín florido. Y aunque seguramente ni la madre ni las criaturas lo supieran, le habían entregado también en solo una flor toda la infloración de la naturaleza, pues en las hojas radicales en roseta, trasovadas y espatuladas, con festones poco profundos, que hacen corona alrededor de la lígula amarilla formada por pequeñas escamas de la corola gamopétala, se encontraba la inflorescencia toda de los jardines colgantes de Babilonia.
 
RECUERDA:
 
Dádiva de ruin a su dueño se parece
El reloj y el galán siempre han de dar
Cuando te dieren el anillo, pon el dedillo
Si me lo has de dar, no me lo hagas desear
Cuando te dieren el buen dado, échale la mano
Ríese el diablo, cuando el hambriento da al harto
Cuando te dieren la vaquilla, corre con la soguilla
 
 El sastre de El Campillo que cosía de balde y ponía el hilo
 


domingo, 21 de diciembre de 2014

Apostillas al refranero. Comedimiento

            Uno de los aspectos más atrayentes de El alcalde de Zalamea, de Pedro Calderón de la Barca, es el enfrentamiento del general don Lope de Figueroa, heroico personaje real, hombre autoritario, gotoso, malhumorado y jurador, con Pedro Crespo, persona recta, labrador respetado, agudo, cachazudo y respondón. El uno, defensor a ultranza del fuero militar; el otro, representante del villano que se resiste a ser atropellado por quienes se consideran casta superior, y que defiende la esencial igualdad de todos, pues “no hubiera un capitán, si no hubiera un labrador”. El primer enfrentamiento se da casi al final de la jornada I, en que la actitud del militar es altanera y el labrador responde en consonancia. En el segundo encuentro desaparece toda acritud: el de Figueroa olvida la altanería y Crespo lo imita, moderando sus respuestas: “Yo, señor, respondo siempre / en el tono y en la letra / que me hablan: ayer vos / así hablabais, y era fuerza / que fueran del mismo tono / la pregunta y la respuesta. / Demás que yo he tomado / por política discreta / jurar con aquel que jura, / rezar con aquel que reza”. Las alegaciones del general son contestadas con respuestas tan ágiles y razonables, que el militar ha de ceder. Isabel, la hija de Pedro, es violada por el capitán Álvaro de Ataide. Poco después, Crespo es elegido alcalde. Herido don Álvaro, es encarcelado por la justicia ordinaria. El labrador-alcalde intenta reconducir la situación haciendo que don Álvaro se case con su hija. Se lo pide con toda humildad: dejando simbólicamente a un lado la vara de mando, hinca en tierra las rodillas, le ofrece su fortuna y se ofrece a sí mismo, pero el capitán, desafiante, rechaza toda propuesta. Acude don Lope a reclamar el preso y el nuevo enfrentamiento, memorable, acaba cuando el propio rey zanja la cuestión aceptando el ajusticiamiento del capitán transgresor.
 
RECUERDA:
 
Oye manso y habrás descanso
A mal hablar, buena respuesta
La blanda respuesta la ira quiebra
Compuesta, la palabra parece dama
Con azúcar y miel, cagajones saben bien
A Roma se va por todo, pero por cojones no
Dando gracias por agravios, negocian los hombres sabios
 
 Todos los extremos son viciosos


jueves, 18 de diciembre de 2014

Apostillas al refranero. Invierno

 
            Noche. Este viento vagabundo lleva
las alas entumidas
y heladas. El gran Andes
yergue al inmenso azul su blanca cima.
La nieve cae en copos,
sus rosas transparentes cristaliza;
en la ciudad, los delicados hombros
y gargantas se abrigan;
ruedan y van los coches,
suenan alegres pianos, el gas brilla;
y si no hay un fogón que le caliente,
el que es pobre tirita.
            Yo estoy con mis radiantes ilusiones
y mis nostalgias íntimas,
junto a la chimenea
bien harta de tizones que crepitan.
Y me pongo a pensar: “¡Oh si estuviese
ella, la de mis ansias infinitas,
la de mis sueños locos
y mis azules noches pensativas!”
                                                                       Rubén Darío. Azul
 RECUERDA:
 
En diciembre, leña y duerme
Febrero, un día malo y otro bueno
El besugo de enero vale por un cordero
En menguante de enero corta tu madero
Sol de invierno sale tarde y pónese luego
Sol de invierno y amor de puta, poco dura
Cuando la Candelaria plora, el invierno es fora
Ya vienen los dos hermanos: Moquita y Soplamanos
En febrero busca la sombra el perro y en marzo búscala el amo
 
 Cuando el sol entra en Aries, crecen los días y múdanse los aires


lunes, 15 de diciembre de 2014

Apostillas al refranero. Gato por liebre

            En el pintoresco pueblecito, mejor villa, donde pasé mi infancia, cuya hermosura paisajística proclama hasta su nombre, Fermoselle, tenían los mozos la costumbre de reunirse en alguna bodega a merendar lo que la madre o quizá la novia de alguno les había preparado. Eran estimadísimas las meriendas de lagarto, carne, contaban, exquisita, y las de conejo, animales muy abundantes en la zona. En ocasiones la materia prima del condumio estaba constituida por el gato, carne casi, contaban, tan fina y de buen gusto como el conejo, y muy fácil de conseguir, pues los vecinos estimaban estos animales y raro era el hogar donde no había al menos uno. La caza se llevaba a cabo de modo muy sencillo: en la parte inferior de la puerta de las casas existía un orificio conocido allí como buraca, por donde los felinos entraban y salían con total libertad. Días antes de la batida, los cazadores habían ojeado las piezas más lustrosas de la vecindad. Provistos de sacos con la boca preparada para cerrarse por medio de un lazo corredizo, los colocaban convenientemente en la buraca, asustaban al animal que corría a refugiarse como alma que lleva el diablo y él mismo, al tirar, cerraba la boca del saco. ¡Ya está el gato en la talega!, era la exclamación del éxito. Naturalmente todo se hacía con el mayor sigilo y por la noche, cuando los dueños de la caza dormían a pierna suelta. Si entre los participantes en la merienda había algún forastero o algún neófito, se le hacía creer que saboreaban conejo, pero al final del ágape se le servía alguna de las colas de los gatos merendados y, cuando mordían con satisfacción la tajada, alguien, al desgaire, preguntaba: “¿Habéis visto alguna vez conejos con el rabo tan largo?”
 
RECUERDA:
 
El mentir pide memoria
Quien todo lo niega, todo lo confiesa
El que quiere mentir alarga los testigos
Mentir y compadrar ambos andan a la par
Quien verdad no me cree verdad no me dice
La trucha y la mentira cuanto mayor tanto mejor
Antón, tienes el hocico untado y a mí me falta un lechón
La tierra de Jauja, donde se come, se bebe y no se trabaja
 
Es justa razón engañar al engañador


viernes, 12 de diciembre de 2014

Apostillas al refranero. El médico y la salud

            El clérigo, escritor y médico francés François Rabelais fue una auténtica paradoja: educado en las más estrictas normas para abrazar la vida monacal, ingresó en la orden franciscana, una de las menos favorables al trabajo intelectual. Sin embargo, se impregnó de las nuevas ideas renacentistas, aprendió griego, latín clásico, admiró la cultura del mundo heleno, su filosofía, su historia, su medicina y sus conocimientos de la historia natural. Rechazado por los franciscanos, goza de dispensa papal para ser acogido por los benedictinos. No obstante, abandona el hábito y se va a estudiar medicina a París, después a Montpellier y Lyon. Decidido a poner en solfa y a reformar  cuanto no le agrada publica narraciones burlescas (Pantagruel, Gargantua) en que recoge su experiencia y hace crítica mordaz de aspectos religiosos, jurídicos, docentes y formativos de Francia. Sus constantes viajes, su fama como médico, su sagacidad han dado lugar a anécdotas sabrosísimas acerca de su persona. En una ocasión viajaba en un coche de postas. El carruaje se detuvo para cambiar el tiro, para que los viajeros estiraran las piernas y para que repusieran fuerzas. A monsieur Rabelais no le agradó el menú del día, así que lo pidió especial sin reparar en gastos. La receta subió por montes y morenas. El médico echó mano al gato que debiera haber llevado en la faltriquera y el gato, aunque ya no tenía patas, había desaparecido o quizá su dueño lo hubiera olvidado, así que tiró de ingenio, miró con detenimiento al huésped, se inquietó por el color del rostro, por su obesidad, por la respiración dificultosa, por la falta de sensibilidad de sus músculos, y le hizo creer que iba a padecer un ataque de parálisis. Asustado el posadero, le rogó actuara de inmediato. Para evitar lo que parecía inevitable, allí mismo, con toda urgencia puso los remedios necesarios, de modo que el enfermo le quedó agradecidísimo y se olvidó de la dolorosa.
 
RECUERDA:
 Mucha salud no es virtud
Salud y alegría belleza cría
Salud come, que no boca grande
A la mañana los montes y a la tarde las fontes
Dios te dé salud y gozo y casa con corral y pozo
No bebas en laguna ni comas más de una aceituna
Si quieres estar bueno, mea a menudo, como el perro
Almuerzo de rufianes, comida de abades, cena de gañanes
 
 Donde entra el sol no entra el médico


lunes, 8 de diciembre de 2014

Apostillas al refranero. Qué largo me lo fiáis

            En el siglo XVII, el religioso mercedario fray Gabriel Téllez, quien utilizó como dramaturgo el seudónimo Tirso de Molina, creó con El Burlador de Sevilla y Convidado de piedra el mito humano y literario más universal: el Don Juan, símbolo del hombre audaz, del conquistador irresistible, del seductor amoroso por excelencia, cuya meta es conseguir su satisfacción sexual por encima de todo, no importa los medios que haya de usar para conseguirlo. Una tras otra, las mujeres de cualquier condición social van engrosando el listado de sus engañifas: la duquesa italiana Isabela; la pescadora tarraconense Tisbea; la dama sevillana doña Ana de Ulloa, a quien consigue tras interceptar una carta dirigida a su prometido el marqués de Mota, y a cuyo padre, el comendador don Gonzalo, mata; la campesina doshermanense, recién desposada, Aminta. Una y otra vez a lo largo de la obra se llama la atención de don Juan Tenorio acerca de “... que hay Dios y que hay muerte...”, de que “no hay plazo que no se llegue / ni deuda que no se pague”; mas el burlador contesta siempre: “qué largo me lo fiáis”. Voces misteriosas siguen advirtiéndole, “mientras en el mundo viva / no es justo que diga nadie: / ‘Qué largo me lo fiáis’, / siendo tan breve el cobrarse”. Así que, cuando se enfrenta a la estatua de piedra del mausoleo del comendador siente que un fuego infernal lo invade y, aunque pide confesión, muere réprobo: “Esta es la justicia de Dios: / quien tal hace que tal pague”.
 
RECUERDA:
 
El que la hace la paga
Si haces mal, espera otro tal
Empréñate de aire y parirás viento
El mal para el que lo fuere a buscar
Malo vendrá que a mí bueno me hará
Hecho malo al corazón y al cuerpo hace daño
Doblada es la maldad que procede de amistad
No hay generación donde no haya puta o ladrón
No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague
 
 La mejor almohada es la conciencia sana


viernes, 5 de diciembre de 2014

Apostillas al refranero. Y a la vejez...

            Y a la vejez...
           ¡Es indigno que hayas pensado lo que has pensado al ver los puntos suspensivos de la primera frase de esta apostilla! ¡Te aseguro que no todos los viejos somos viejos verdes, caramba! Seguramente a todos se nos alegran las pajarillas al ver a una quinceañera adecuadamente adecuada (¿a esa edad habrá alguna inadecuada?), como se nos levantan las añoranzas cuando contemplamos el aplomo y desparpajo (¿a esa edad habrá alguno sin falso aplomo y desafiante desparpajo?) de un veinteañero. Decía Antonio Azorín que vivir es ver volver, y los ancianos hemos vivido mucho, tanto que hemos visto volver todas las etapas de nuestra vida con la perspectiva de la añoranza, de la que otros más jóvenes carecen. Estimo que, a pesar de nuestra decrepitud, seguimos siendo útiles a la sociedad, desde los que sin desmayo ejercen a diario con sus nietos como abuelos, modernos ángeles custodios no reconocidos aún, para que los padres (de los nietos) puedan entregarse al trabajo despreocupados, hasta quienes ilusionadamente ofrecen sus experiencias en alguna O.N.G., llegando al agotamiento de sus ya depauperadas fuerzas... Pero de eso trataremos en otra apostilla. Lo que hoy quería deciros, y termino, es que a la vejez, en serio, hay que cuidarla con todo el cariño; así que, en broma, lo mejor es seguir los consejos del refranero: Y a la vejez..., ¡sopitas de vino añejo!
 
RECUERDA:
 
El vino es la teta del viejo
La leche y el vino hacen al viejo niño
No beber y toser hacen a la vieja remover
El vino de Alaejos hace cantar a los viejos
Media vida es la candela, pan y vino la otra media
Aunque tengo malas piernas, bien visito las tabernas
No voy a misa porque estoy cojo, y a la taberna poquito a poco
El viejo y el horno por la boca se calientan, uno con vino y otro con leña
 
 A catarro gallego, tajada de vino


martes, 2 de diciembre de 2014

Apostillas al refranero. Humor y vino

            Cualquier tipo de fórmula, química, matemática, física, de interés, de lo que fuere, me ha atraído siempre por lo que tiene de jeroglífico, y al mismo tiempo me ha provocado una especie de sarpullido mental cuando no era capaz de descifrarla (casi siempre). Además, aquella proliferación de puntos en las formulaciones más antiguas, que semejaban procesión de hormigas desfilando por el sendero que su propio paso iba abriendo:
100 : crt :: % : i, o esa más nueva, que recordaba a los para mí poco simpáticos quebrados
                                                                   100             %                                             
                                                                 --------- =  ---------                                     o el no va más, el 
                                                                    crt              i
súmmum de la modernidad, la de interés compuesto: A = a (I + r), me producían envidia. Y no sé si querréis creerme, pero he elaborado fórmulas propias (no se lo digáis a nadie que me da vergüenza). Os ofreceré alguna con el formato antiguo, porque con el de quebrados, es una lata y tardo horrores en trasladarlas a la pantalla.  Son muy personales; al que no las entiende se las explico, y santas pascuas. Aunque carezcan de lógica matemática, nadie ha quedado insatisfecho de mis explicaciones (porque a nadie se las he dado aún). Ved qué fórmula tan deliciosa: Amor : humor :: vivir : x. Por si hubiera algún pariente de la cepa (ya nos vamos metiendo en harina), es decir, algún ceporro, os la explico: Jardiel Poncela manifestó que amor se escribe sin hache, evidentemente porque no la necesita, ¿para qué van a querer los enamorados esa silla inútil si ellos con pan y cebolla ya tienen suficiente? Pero el resto, sobre todo ahora, acuciados por esa pandemia llegada del sur, necesitamos para vivir (con dos uves, que no uvas) buenas dosis de humor (con silla). De modo que si despejamos la ecuación, x = beber (con dos bes, cuyos palos nos servirán de apoyo cuando fuere necesario): Amor : humor :: vivir : beber. Por tanto, ¡mientras vivas, bebe vino!
 
RECUERDA:
 El vino anda sin bragas
El vino en el jarro y no en el casco
Seca la garganta, ni gruñe ni canta
Más vale vino caliente que agua fría
Puro a la mañana y a la tarde sin agua
Sopa en vino no emborracha, pero agacha
Puercos con frío y hombres con vino hacen gran ruido
Al que va a la bodega, por vez se le cuenta, beba o no beba
Dicen que el vino era de las mujeres y lo cambiaron a los hombres por afeites
 
 Bueno es el vino cuando el vino es bueno; pero si el agua es de fuente cristalina y clara, mejor es el vino que el agua


sábado, 29 de noviembre de 2014

Apostillas al refranero. Tenacidad

            Asesinado Sancho II junto a Zamora (aún se conserva una cruz junto a la carretera de la Hiniesta, en un descampado, a la que se conoce como la Cruz del Rey don Sancho), los zamoranos son retados por el caballero castellano Diego Ordóñez: “¡Yo os reto, los zamoranos, / por traidores fementidos! / ¡Reto a mancebos y viejos, / reto a mujeres y niños, / reto también a los muertos / y a los que aún no son nacidos, / reto la tierra que moran, / reto yerbas, panes, vinos, /  desde las hojas del  monte / hasta las piedras del río, / pues fuisteis en la traición / del alevoso Vellido!” Como ha retado a concejo, tiene que lidiar por orden contra cinco caballeros, y si alguno lograra vencerlo, la ciudad quedaría sin culpa. Arias Gonzalo quiere ser el primero en pelear, mas doña Urraca se lo impide. Muchos son los que desean sustituir al anciano, pero él no consiente que lidie ninguno en tanto no lo hayan hecho sus hijos. El mayor, Fernand Arias, muere en la palestra. También cae el segundo, Nuño Arias, bajo los mandobles de  Ordóñez. Arias Gonzalo conforta y anima al tercero, Pedro Arias, que es igualmente malherido, pero, con las ansias de la muerte, suelta las riendas, empuña la espada con las dos manos, se alza sobre los estribos y suelta tal espadazo que taja el hombro del castellano y raja la cabeza del caballo que sale galopando y saca de la palestra a su jinete. Pedro Arias se deja caer a tierra y, aunque muerto, queda dentro del campo del honor. Los jueces de la lid sentencian que, dadas las circunstancias, no hay vencedor ni vencido. ¿Somos los zamoranos traidores y alevosos? Que cada cual responda con sus actos. Lo que a mí me admira es la tenacidad de Arias Gonzalo.
 
RECUERDA:
 
Quien busca halla
El que la sigue la consigue
El que sigue la caza ese la mata
No hay tal tener como el querer
La perseverancia todo lo alcanza
La gota de agua horada la piedra
La peña es dura, pero más dura es la cuña
No hay tal doctrina como la de la hormiga
Escalón a escalón sube la escalera a mejor mansión
El viento que corre muda la veleta, pero no la torre
 
 Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe


miércoles, 26 de noviembre de 2014

Apostillas al refranero. Maldiciones

            Fernando I (siglo XI) fue el rey en cuya cabeza se unieron las coronas de León (Galicia, norte de Portugal, Asturias, León, Zamora y parte de Salamanca) y Castilla que había pasado de condado independiente a reino muy poco antes y abarcaba desde los límites con el reino leonés hasta las entonces muy discutidas fronteras con Navarra y Aragón. Cuando iba a morir, dividió el nuevo reino castellano-leonés entre sus tres hijos legítimos: al primogénito, Sancho, le entregó Castilla, a Alfonso León, y a García Galicia. Según el romancero, hallándose ya muy enfermo en el lecho, su hija Urraca lo increpó duramente, pues creía que para ella no había dispuesto nada. Como buen padre, pero como mal rey, también había pensado en las hijas: a Elvira le entrega la ciudad de Toro, y a la protestona, la de Zamora, anatematizando a quien osara arrebatársela. “Quien vos la quitare, hija, / la mi maldición le caiga”. Todos aceptan el reparto, excepto Sancho que calla astutamente. Muerto Fernando I, Sancho y Alfonso atacan y derrotan a García que es encarcelado de por vida en el castillo de Luna, en los montes leoneses. Enfrentadas las huestes de Alfonso y Sancho, aquel es derrotado y ha de huir. Tras permanecer algún tiempo en Zamora con Urraca, se refugia en la corte toledana del rey Alimenón, pues Zamora va a ser cercada por el ejército castellano de Sancho, cuyo alférez es el Cid. Un caballero de Urraca, Vellido Dolfos, finge desertar y promete a Sanco entregarle la ciudad, pues conoce un portillo secreto por donde podrán sorprender a los defensores. Arias Gonzalo, ayo de doña Urraca, advierte al rey castellano de la traición, pero nadie le cree. Debiera haberlo hecho, pues el rey tiene sus días contados y morirá en la flor de su mocedad. Aprovechando que Sancho ha de acudir al excusado, Vellido toma un venablo, lo traspasa de parte a parte y huye hacia la ciudad, perseguido por el Cid, quien no puede darle alcance por no llevar puestas espuelas con que acicatear a su cabalgadura: “¡Maldito sea el caballero / que sin espuelas cabalga!”, exclama.
RECUERDA:
 Quien mal piensa, mal tenga
El mal sea para quien lo desea
Tan corrido te veas como moneda
Maldición de puta vieja no va al cielo
Maldita seas, ave; la pluma, que no la carne
Maldición de puta vieja por donde sale entra
Ruego a Dios si te casares, que llorando te descases
Tal te veas entre enemigos como pájaro entre niños
No comprenden mis orejas maldiciones de putas viejas
 
 Y tú que lo veas con los ojos en la mano


sábado, 22 de noviembre de 2014

Apostillas al refranero. Chismorreo

                Los pícaros de nuestra literatura me han parecido siempre unos chismosos de tomo y lomo. Puesto que nadie los hubiera tomado en consideración, dadas sus vidas totalmente carentes de ejemplaridad, escriben ellos mismos sus hazañas a modo de queja y se transforman en gacetillas, malsines y comidillas de una sociedad en la que no creen, porque la deslealtad los hace incompatibles con ella. Así que nos lo chinchorrean todo, sin afán de reformar nada. Golfines ganzúas, han aprendido a vivir de la pecorea, y ahí me las den todas. En la cumbre de la alcahuetería, Pablos, el Buscón quevedesco, refiere una serie de hechos hiperbólicos, difícilmente asumibles como acaecidos en la casa segoviana del dómine Cabra --¿recordáis?--, el clérigo cerbatana, archipobre y protomiseria, que casi mata de hambre a don Diego Coronel y al propio Pablos. El rencor que le guarda es de por vida, y nos camandulea su retrato así: “Los ojos avecinados en el cogote, que parecía que miraba por cuévanos; tan hundidos y oscuros, que era buen sitio el suyo para tiendas de mercaderes. La nariz entre Roma y Francia... Las barbas descoloridas de miedo de la boca vecina, que, de pura hambre, parecía que amenazaba a comérselas; los dientes, le faltaban no sé cuántos, y pienso que por holgazanes y vagamundos se los habían desterrado; el gaznate largo como avestruz, con una nuez tan salida, que parecía se iba a buscar de comer, forzada de la necesidad; los brazos secos; las manos como un manojo de sarmientos cada una... Traía un bonete los días de sol, ratonado, con mil gateras y guarniciones de grasa; era de cosa que fue paño, con los fondos de caspa. La sotana... era milagrosa, porque no se sabía de qué color era. Unos, viéndola tan sin pelo, la tenían por de cuero de rana; otros decían que era ilusión; desde cerca parecía negra, y desde lejos, entre azul...; parecía, con los cabellos largos y la sotana mísera y corta, lacayuelo de la muerte. Cada zapato podía ser tumba de un filisteo."
 
RECUERDA:
 
Quien trae, lleva
Al ausente, hincarle el diente
Del árbol caído todos hacen leña
El chisme agrada pero el chismoso enfada
De los míos déjame decir, mas no me hagas oír
Quien te cuenta las faltas de otro, las tuyas tiene en el ojo
Va la moza al río; no cuenta lo suyo y cuenta lo de su vecino
Un poco de murmuración es aceituna de postre en comida y conversación
 
Ándeme yo caliente y ríase la gente


miércoles, 19 de noviembre de 2014

Apostillas al refranero. Casamiento. Mujer.

            Al contrario que del varón, cuando el refranero habla de la mujer que va al casamiento (que no al ‘ajuntamiento’ o ayuntamiento), aunque hay refranes que afirman lo contrario, lo más frecuente es que la ofrezca yendo al altar con una mano delante y otra detrás, de modo que el matrimonio es para ellas una forma de dar en el clavo, de acertar en la vena (de oro), de pulsar la tecla adecuada y atinar en la diana. Las cuatro cosas a la vez. Sobre todo cuando, llegada ya cierta edad, a punto de perder el último tren, están compuestas y sin novio, ya no venden una escoba y temen quedarse para vestir santos el resto de sus días, de modo que se apuntan a un bombardeo o se agarran a un clavo ardiendo. Vamos, que les viene de perilla, como llovido del cielo. Contra esta opinión las mujeres casadas, entradas en años, se rebelan, sobre todo cuando se ponen exquisitas, sentimentales y místicas al echar la vista atrás. Estiman que hay que estar como una regadera, como un cencerro, como chota o cual cabra en ayuno y esperando el agua  mayo que no cae, para meterse en berenjenales como en los que ellas entraron, que si lo llegan a saber... ¡ay, si lo llegan a saber! (suspiro). En fin, para gustos se hacen los colores.
 
RECUERDA:
 
Tetas y culo y dinero ninguno
Mejor es casarse que abrasarse
Sea marido aunque sea de palo
El casamiento y el caldo, pelando
Casamiento malo pronto es concertado
No bebas por botija ni des al forastero tu hija
Cásame enhoramala, que más vale algo que nada
La que se casa con viudo rival tiene en el otro mundo
Esperando marido caballero, lléganme las tetas al braguero
 
Sírvelo como a marido y guárdate de él como de enemigo